Monos de feria para hacer saltar de diversión a los más pequeños. PlayStation no tenía para Playlink ningún Mario Party, ahora ya lo tiene.
Un botón. Es lo que necesitaremos únicamente para controlar esta nueva propuesta Playlink, muy orientada sin esconderse al público infantil, aunque seguro que los adultos no le haremos ningún asco tampoco. Os lo contamos en el análisis de Chimparty.
Sony conoce realmente el público y el alcance de un producto como el que nos ocupa. Los videojuegos están para entretener y lo puede hacer una aventura compleja en cuyas líneas algunos leen multitud de lecturas, como un título tan simple cuyo argumento es inexistente.
Chimparty coloca a cuatro simpáticos monos en un tablero tipo Juego de la Oca para en cada turno de tirada pasar a vérselas en unos alocados minijuegos. Hasta el control pasa de ser complejo, puesto que se minimiza a tan solo un botón. Es un concepto Super Mario Party liliputiense.
Los juegos dentro del sello Playlink buscan efectivamente divertir sin agasajar. Puede que estén destinados al público infantil. Sin embargo, cualquiera que coja el smartphone para pulsar el único botón disponible acabará con ganas de jugar más de una partida. Bien es cierto, que siempre en grupo. Aunque se intenta tener una experiencia individual aceptable, nunca se podrá igualar a jugar en grupo. Realmente la experiencia un jugador no se consigue en ningún momento.
El juego realmente se encuentra entre tirada y tirada. Afortunadamente, algo que otros nos títulos no han conseguido, la acción de lanzar el dado se completa rápidamente y no aburre aunque haya jugadores controlados por la IA. Solo tirará el dado el último, mientras que los avances se realizan a través de las estrellas conseguidas en los minijuegos. El tiempo en el tablero será mínimo.
Esto contribuye a que la mayor parte de la partida estemos concentrados en intentar conseguir la máxima puntuación posible en los retos que el juego nos supone. ¿Cómo se consigue una buena mecánica con el botón? Adaptando el espíritu móvil al control del juego en consola. Las pruebas contarán con diferente mecánica y algunas se controlarán al más puro estilo Angry Birds, los monos estarán estáticos y con una flecha los lanzaremos hasta el objetivo, y otras se adaptará un control tipo Super Mario Run: los personajes no dejarán de moverse y tan solo tendremos que pulsar el botón para saltar.
Los minijuegos no serán únicamente todos contra todos, sino que también habrá momentos en los que habrá que formar pareja. Con la IA a veces no funciona del todo bien, pero cuando jugamos con semejantes, la sincronización es vital para conseguir una buena puntuación. Ojo, por cierto, que la IA no hace el canelo en ningún momento. Hay veces en que nos machacan a base de bien en algunas pruebas.
Para haceros una idea, los minijuegos conjugan diferentes estilos. En uno de ellos tendremos que encestar a nuestro personaje como si fuera una pelota de baloncesto. En otra, habrá que apuntar a una diana y estampar al mono cuanto más al centro mejor. Hay también una prueba en el que tendremos que robar una piña y permanecer con ella todo el tiempo posible e incluso tendremos hasta una versión muy mona de Pong a lo Windjammers. Lo complicado del asunto es que es uno de los retos que se juegan en pareja y hay que coordinarse muy bien con el compañero para dirigir correctamente nuestra «pala». Uno de los miembros de la pareja moverá a los personajes hacia la derecha de los mismos y el otro hacia la izquierda (arriba y abajo según lo apreciamos en la vista aérea.
Técnica y artísticamente, Chimparty no tiene mucho que decir. Su acabado es resultón, aunque grita a los cuatro vientos lo mismo que los juegos de similares características: se limitan a ser agradables, cuando podrían haber dedicado también a deslumbrar en este apartado. Bien es cierto que realmente no es necesario un gran despliegue, pero tampoco está de más subir el nivel de vez en cuando.
Le ocurre lo mismo que a Saber es poder: Generaciones. Cuando se inicia la partida se le pide al jugador que se realice un selfie para incluir en los menús del juego. Es una fotografía que no se anima en ningún momento. Hemos visto en cientos de apps como de una imagen estática se logra movimiento y sensación de que está hablando, pero eso no lo veremos en los juegos Playlink de PlayStation. Al menos aquí tenemos la oportunidad de lograr estrellas en cada minijuego, ítems que son canjeables por artículos para personalizar a los personajes: gorros, zapatos, gafas, etc.
En definitiva, el resultado final de Chimparty es gracioso y cumple su cometido. No es más que trasladar mecánicas jugables vistas en los videojuegos para smartphones a una consola, cuyo control además se realiza con un teléfono inteligente. Todo ello mezclado en un juego de tablero virtual a lo Super Mario Party y ya tenemos una nueva propuesta para el vicio navideño. Tiene el recorrido que tiene y no se le puede pedir mucho más, quizá un apartado artístico y técnico que pase del suficiente. No es un mal juego, ni mucho menos, para pasar un buen rato en grupo, incluso en adultos.