Los resucitados llegan con ganas de demostrar que no son una mera copia. Y lo consiguen, como puedes ver en nuestro análisis de Code Vein para PS4.
Permítanme que les dedique unas palabras sobre mis pensamientos. No son pocos los géneros o subgéneros creados recientemente que están siendo explotados impunemente. Y no sólo de videojuegos hablo, sino de su periodismo incluso. Aún así aquí estáis, listos para leer el «dark souls» de los análisis, mientras yo clamo al cielo que jamás voy a volver a usar semejante comparación en un texto mío (bueno, por hacer la gracia como ahora, puede). Sin más preámbulos pasemos a lo que nos interesa, el análisis de Code Vein para PS4.
Sangre nueva en un mundo apocalíptico
Y no sólo al mundo de Code Vein me refiero, sino a la situación del título en un subgénero tan individualizado por todos como es el que nos atañe. Última vez que lo repetiré, Code Vein NO es el Dark Souls anime. Es como si un chef, utilizando los mejores ingredientes existentes crea un plato novedoso y rico. ¿Alguien va a tacharle de ser «arroz con cosas»? Casi todo el mundo lamentablemente, pero aquí estoy yo para rebatirlo.
Porque sí, Code Vein bebe mucho de fórmulas utilizadas en distintos videojuegos y franquicias. Pero junta todo de tal forma que el resultado es un producto con ese sabor a novedad, que consigue engancharte gracias a las bazas que te ofrece. No necesita apelativos varios para conseguirlo. Porque si hay que tachar de algo a este título es que la influencia de God Eater es más fuerte que otras.
El planteamiento de esta obra es bastante sencillo, somos un resucitado amnésico que posee un poder capaz de traer la paz a un mundo turbulento y post-apocalíptico. A bote pronto parece muy cliché, ¿cierto? Pues aunque pueda observarse algunos patrones típicos de muchos juegos y series, Code Vein es capaz de darle una explicación coherente a todas estas situaciones tan conocidas, desde la amnesia generalizada hasta la destrucción de todo lo que vemos alrededor.
Además, la forma de narrar los eventos pasados de personajes secundarios es sublime, ya que consigue que empatices con ellos casi al instante. En cuanto a la trama principal, la historia avanza sobre todo mediante escenas y diálogos entre los personajes secundarios. Sí que podremos informarnos de otros eventos si exploramos y encontramos vestigios. Sin embargo, y como ya he comentado en el anterior párrafo, a veces el grueso de la historia peca de ser predecible. Lo cual no quita, por supuesto, que sea totalmente disfrutable.
Cocina fusión con la sangre como protagonista
Y pasamos al plato fuerte del menú. Aquel que ha levantado pasiones entre los comparadores profesionales del sector. La jugabilidad. Aunque utiliza muchas premisas que hemos podido disfrutar en casi todos los títulos de este subgénero, añade toques que lo convierten en una apuesta diferente en este sector.
Sí, en Code Vein abundan los espacios estrechos, enemigos bien escondidos para pegarte la estocada por detrás y emboscadas varias. Y también los típicos movimientos de ataque fuerte, débil, contraataque y demás que caracterizan a este tipo de juegos. Pero lo que convierte a este título en algo único es en la sangre.
Todo en el mundo de Code Vein gira en torno a la sangre. Y la jugabilidad no lo es menos. De primeras, podremos modificar nuestra forma de jugar, así como el estilo de juego gracias a distintos códigos de sangre, que permitirá acceder a diferentes habilidades y armas. Y hay que centrarse, sobre todo, en las primeras, cuyo nombre son dones.
Aquí es donde está mucha de la chicha de este título. Con la neblina que vayamos obteniendo derrotando enemigos podremos subir de nivel, mejorar y transformar armas y velos de sangre (armadura) o conseguir dones. Estas habilidades sólo pueden ser utilizadas por el código de sangre concreto hasta que se dominan. De esta forma, podremos añadir numerosos movimientos potentes y rápidos, así como hechizos y potenciadores a nuestro elenco de opciones en combate.
Además, cuando los dominamos podremos usarlos en otros códigos de sangre. De esta forma, y en cualquier momento, seremos capaces de cambiar nuestra forma de jugar acorde al lugar en el que nos encontremos, los enemigos que abunden o por mero capricho. Las posibilidades que nos ofrece Code Vein en este aspecto son espectaculares, sin contar claro está con la diversidad de armas y velos de sangre.
Por supuesto tenemos distintas tareas secundarias, como los mapas de las profundidades. Estos objetos nos permitirán acceder a cortas mazmorras (casi todas bastante parecidas entre sí) con un objetivo: explorarlas al máximo. Aparte de eso tenemos las típicas tareas de NPC que nos encontramos en nuestro camino, que nos mandarán algún encargo o nos informarán de acontecimientos cercanos.
Finalmente, durante nuestro periplo podremos tener a un compañero al lado. Una sensación refrescante que consigue que no nos sintamos solos en el mundo, y tampoco de ser siempre los tontos que hacen todo el trabajo. Porque las hostias que pegan al principio del juego son legendarias. ¡Incluso se ventilan a jefes solos! Sin embargo, conforme avanza la historia la dificultad aumenta, y es entonces cuando nosotros, los protagonistas, brillamos. Además, siempre podemos decidir no llevar a nadie.
Para terminar, hablemos del multijugador. Los más competitivos no estáis de enhorabuena, ya que Code Vein no posee un sistema jugador contra jugador. Sin embargo, aquellos que améis más la cooperación podéis festejarlo, ya que el título se centra en ello, pudiendo ayudar en una zona concreta a algún jugador que lo requiera o viceversa. Un añadido que nunca viene mal.
Una estética anime por pulir
El apartado gráfico del título cumple, sin más. La obra opta, como ya todos sabréis, por una estética anime, que se observa sobre todo en los diseños de los personajes secundarios. Las diferentes áreas en las que se divide el mundo están bastante diferenciadas entre sí, pero dentro de las mismas existe poca variedad. Además, en algunos casos se pueden apreciar bajadas de frames considerables. El juego ha estado corriendo, eso sí, en una PlayStation 4 (sin Pro ni nada).
Los diseños de los personajes sí están más pulidos y diferenciados entre sí, aunque algunas animaciones en las escenas son bastante mejorables. Mención aparte merecen las texturas en las mismas, ya que no pocas veces tardan en aparecer. Los enemigos comunes están bastante diferenciados entre sí, existiendo una amplia variedad de ellos. Sin embargo, la plantilla genérica la cumplen en su mayoría. Finalmente, los jefes finales son una maravilla visual, normalmente con una explosión de colores que contrasta con las tonalidades grises del mundo.
En cuanto al apartado sonoro de Code Vein, es simplemente extraordinario. Empezando desde el tema principal en el menú hasta los acordes que resuenan cuando te ves rodeado por varios enemigos, la banda sonora del título encaja a la perfección en cada momento del juego. Desde los momentos conmovedores y tristes hasta en los cañeros y potentes, el abanico que posee es magnífico. Parece una mezcla entre los temas vocales que inundan este subgénero junto con acordes más rítmicos propios de anime. Una mezcla que, sinceramente, es sublime.
El Code Vein de los videojuegos
Y llegamos al final del análisis. Un texto en el que repito más las palabras Code Vein que las que todos vosotros estáis pensando. Porque sí, si sois fans de este subgénero que la franquicia Souls ha puesto en el mapa Code Vein os va a encantar. Eso sí, ni se os ocurra pensar que es lo mismo pero en anime, porque os estrellaréis. Jugabilidad parecida pero distinta, forma de avanzar en la historia más «tradicional» y habilidades, son algunas de las perlas que os encontraréis en este título.
Porque Code Vein se ha ganado por derecho propio a decir que es «el Code Vein de los videojuegos», mezclando algunas fórmulas de éxito para crear la suya propia. Una jugabilidad fácil de acceder pero con inmensas posibilidades, así como combates rápidos y entretenidos pero con esa pizca de dificultad para aquellos que busquen un reto. Todo esto y más es Code Vein. Ah, y huye de las señoras del juego. Cuando lo juguéis me entenderéis.