Domina por tercera vez el mundo desde dentro y fuera de la mazmorra. El Mal Absoluto vuelve con nuestro análisis de Dungeons III para PlayStation 4.
Han pasado dos años desde que Dungeons 2 llegara a nuestros ordenadores. Esta segunda parte innovó en el género, combinando la gestión de nuestra mazmorras con la estrategia en tiempo real, no acabó de convencer a la crítica y público a pesar de su original propuesta. Sin embargo, Realmforge Studios no cesa en su empeño de traernos la mejor calidad. ¿Le habrá sentado bien el cambio de desarrollador? Sólo leyendo nuestro análisis de Dungeons III para PlayStation 4 podréis descubrirlo. ¡Y no me obliguéis a daros unos azotes!
Tras haber conseguido dominar sus tierras, el Mal Absoluto disfruta de su victoria… Pero el aburrimiento comienza a llegar a su mazmorra. Tras ensimismarse en su laboratorio, descubre más tierras más allá del océano. Sin embargo, parece que ni él, ni sus súbditos pueden cruzarlo. Así que decide que, si él no puede presentarse en toda su “Malvacidad”, tendrá que encontrar un fuerte heredero. Y el objetivo está fijado: la elfa oscura Thalya. Hija del Paladín Tanos, se debate continuamente entre el bien y el mal, a pesar de la educación dada por Tanos. Pero sólo falta un poquito de Mal para que la balanza se desequilibre y comience una nueva invasión.
Un Mal Absoluto para gobernarlos a todos
Dungeons III sigue con su tradicional humor jugando mucho con la cuarta pared y haciendo continuamente referencias a la cultura pop. Así que si sois fans de El Señor de los Anillos, Buffy o, la más “reciente”, Supernatural, os sentiréis como en casa.
¿Enanos que odian a los elfos? Check.
¿Protagonista con doble personalidad y que habla con el narrador? Check.
¿Narrador que crea osos de la nada porque Thalya le amenaza con quitarle el puesto? ¡Pues por qué no! Dungeons se permite poder jugar de esta forma porque no se toma en serio a sí mismo, lo que es un punto a su favor.
Sin embargo, una vez lleguemos a mitad de la aventura, muchos de estos chistes y referencias pierden su frescura. Aparte que el humor es como el Mal: cada jugador tiene el suyo.
A la hora de controlar el juego, sorprende lo bien que están trasladados los controles a un mando. Pero, por desgracia, no podemos dejar de pensar en lo bien que se manejaría con un ratón. En ocasiones, perderemos el control de nuestras criaturas y, al tener que cambiar de planos cambiaremos los controles, ya que cada capa -la mazmorra (gestión) y el exterior (estrategia en tiempo real)- se manejan con controles parecidos pero alguna combinación de teclas diferentes.
The Best of One of the Two Worlds
En la mazmorra manejaremos la inmisericorde mano del Mal Absoluto. Ella se encargará de indicar dónde hay que excavar y de “animar” con un pequeño azote a los minios cuando quieran tener un pensamiento sindical y ponerse en huelga.
Lo mejor de esta parte es que brilla por la inmensa variedad de opciones. Aunque, sólo una vez llegados al final de la aventura o en las escaramuzas, veremos el verdadero potencial de este modo. Y diré unas palabras que pueden costarme el puesto, pero no tiene nada que envidiar al clásico Dungeon Keeper.
Por otra parte, la parte estratégica peca de ser demasiado poco original. Vemos como nuestras criaturas -normalmente acompañadas por Thalya- destruyen todo y conquistan nuevas zonas, que nos darán recursos para desbloquear nuevas tecnologías (junto al dinero de la mazmorra). Pero poco más. Las misiones que tendremos que hacer en el exterior suelen consistir en eliminar a las fuerzas del Bien para hacer que se extienda el territorio del Mal.
El mayor problema que hay en esta parte es que, una vez tengamos un ejército considerable, los frames bajarán en picado. Por desgracia, esto impide poder elegir adecuadamente una unidad o lanzar un hechizo. Algo realmente molesto.
Además, junto a la campaña, tenemos también un imprescindible modo escaramuza y la capacidad de jugar online a 4 jugadores para descubrir quién es el mal más malvado de todos.
Dos mundos con un mismo destino
Visualmente, Dungeons III tiene un apartado técnico bastante llamativo. Por un lado tenemos la oscuridad de la mazmorra que remarca con todo detalle los diferentes salas que podemos construir. Por otra parte, el exterior brilla con colores vivos esperando ser corrompidos por la Oscuridad. Las unidades son totalmente diferentes entre sí y, aun con el zoom a máxima distancia, podemos diferenciarlas.
Sin embargo, el problema es la caída de frames ya mencionada. Ocurre en cualquiera de las dos zonas, aunque es mucho más notable en el exterior. Ésto hace que, en ocasiones, tengamos problemas a la hora de seleccionar una zona o criatura.
El sonido también es una de cal y otra de arena. Mientras el doblaje está realizado con una gran calidad -en especial el de los papeles protagonistas- la música parece haber sido grabada en una menor calidad y da la sensación de haber sido grabada con un filtro para que suene más hueca.
CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS DE DUNGEONS III
Dungeons III vuelve a ser ese postre que te apetece tras una suculenta cena. Esa gigantesca copa donde te comes la nata y el helado, pero dejas el bizcocho porque está un poco rancio. El helado corresponde a la deliciosa parte de gestión de mazmorra, simplemente maravillosa. El bizcocho rancio, la parte exterior, donde quizá hay que practicar más para poder hacer algo más original y único. Sin embargo, Dungeons III es una agradable aventura, gracias a su humor y a su maravilloso modo Escaramuza. Ay, ahora me apetece una copa de helado. ¡Nimios, a mí!