La Fórmula 1 es un negocio que mueve mucho dinero; su aparición en el mundo de los videojuegos parece más que justificada. Dentro análisis de F1 2017.
La Fórmula 1 es un negocio de escalas desproporcionadas que cuenta con ingresos superlativos los cuales no hacen sino aumentar con el paso de los años; el pasado 21 de marzo el portal web Fintonic desglosaba las recaudaciones de este espectáculo. En el año 2016, este deporte facturó 3.300 millones de euros alrededor del globo; la marca, por sí sola, estaba valorada en 7,6 millones de euros. Los ingresos televisivos llegaron a ascender a 5.000 millones de euros, y algunos países invierten en esta disciplina por la rentabilidad futura: México, por ejemplo, desembolsó 360 millones para albergar un Gran Premio. Las escuderías tienen que pagar para competir y, por supuesto, las entradas a los circuitos son de todo menos baratas, llegando a costar hasta 3.600 euros.
Estos datos, comparados con el año 2014, denotan una evolución singular y una progresión ascendente. La Fórmula 1 ingresó ese mismo año 1.200 millones de euros, y en dos años casi se ha triplicado. Gracias a los derechos televisivos las arcas del negocio vieron 476 millones de más en sus cuentas. Pero, comparándolo con el año pasado, ello son 4.500 millones menos. ¡Menos!
Parece clara una cosa: la Fórmula 1 necesita un videojuego. Dentro análisis de F1 2017.
Comienza tu carrera
El género de la conducción es uno de los más maltratados de los tiempos actuales; recuerdo de pequeño cuando fundía las recreativas jugando a Taxi Driver, o ese momento en el que Gran Turismo 4 exigió respeto sepulcral para los volantes y los aceleradores; la velocidad era algo respetado. Ahora, estos títulos se ven obligados a virar hacia otras direcciones; cada vez hay más leveo, desbloqueo de vehículos, campeonatos y etapas… En definitiva, una progresión notable que genera sensación de personalización y unicidad. Queda garantizado que cada experiencia va a ser única, independientemente del usuario que la disfrute.
La apuesta de Codemasters sigue recordando al pasado pero de una manera remozada. El juego sigue centrado en el Modo Profesional, el «clásico moderno» que, cada vez, más protagoniza los videojuegos de conducción. Como si de la vida de un profesional se tratase, habrá que tener en cuenta (casi) todos los aspectos que rodean su vida deportiva: gestión profunda del vehículo, con piezas que se desgastan y exigen ser cambiadas, administración de mejoras… En definitiva, un coqueteo cada vez más explícito y palpable con el RPG. Para edulcorar y aderezar la experiencia, se han introducido los nuevos retos intermedios, como ganar con el mítico Renault de Fernando Alonso.
Digo que sigue recordando al pasado porque los que jugasen a F1 2016 van a ver más similitudes de las que esperan: siguen los programas de familiarización con el circuito o los que buscan un estilo de conducción eficiente, ahorrando en desgaste de neumáticos o gasolina. Lo que puede parecer un simple entrenamiento libre para familiarizarse con el circuito esconde algo más; estos retos se revierten en puntos, que a su vez hacen las veces de mejora para el monoplaza que luego disputará las carreras. La IA en estos entrenamientos (y en general) continúa siendo algo torpona en términos de competición, pero los 110 niveles de dificultad permiten un ajuste personal y fidedigno a los retos de cada uno. El análisis de F1 2017 tiene la suficiente personalidad como para tratar de despojarse del pasado; al menos, para no sentirse demasiado igual a él.
Compite
A caballo entre la simulación (daños en el vehículo, cambio de piezas, diferente conducción dependiendo de la climatología) y el arcade (asistencia en el frenado, trazado señalizado), el análisis de F1 2017 no llega a ser ese salto de calidad espectacular que muchos presuponían. Codemasters ha barnizado el sistema de pilotaje para provocar una mayor agresividad en el piloto; no para buscar las caricias entre neumáticos a más de 100 grados de temperatura, sino en, por ejemplo, acelerar al máximo tras salir de una curva cerrada o no entrar a boxes cuando lo requiere el equipo. Podemos abandonar el trazado marcado, claro, pero de ejecutarlo correctamente, los beneficios son mucho mayores. Y ello afecta a ambos estilos de pilotaje: el de simulación y el más arcade.
Me atrevería a decir sin temor a represalia que la desarrolladora británica gusta de este estilo casi propio; DiRT 4 realizaba algo similar, y el resultado era ser accesible para todo perfil de jugador: la simulación buceaba en los rallies y había problemas de motor, pinchazos o contratiempos, mientras que el arcade era mucho más asequible para cualquier perfil. En F1 2017 sucede algo similar pero mira más a la realidad: las órdenes de equipo a veces pueden no ser las óptimas en plena carrera; el ahorro de combustible es fundamental para no quedarse seco a falta de media vuelta; los neumáticos deberán rodar por zonas frescas cuando se calienten demasiado; la lluvia exige una conducción mucho más prudente, y en concurridas ocasiones lamentaremos no poder limpiar el casco.
Barniz
Al fin y al cabo, el análisis de F1 2017 se puede resumir en un «más y mejor». Es un producto mejorado con respecto al año pasado; aquí se premia la valentía, la estrategia y el saber hacer. El grosso se mantiene; los gráficos hiperrealistas; las voces en castellano; las escuderías y los pilotos. A la hora de conducir hay leves inclusiones que perfeccionan el ya buen título que resultó ser F1 2016; no esperéis una gran revolución, pero sí un máximo respeto de Codemasters a esta modalidad.