Si crees que los conejos no son de armas tomar, pasa a leer nuestro análisis de Kaze and the Wild Masks y verás como cambias de parecer.
El conejito de Duracell, Bugs Bunny, Roger Rabbit… conejos famosos de armas tomar hay muchos, y estamos seguros de que cuando leáis nuestro análisis de Kaze and the Wild Masks sumaréis a su simpática protagonista a la lista de conejos «VIR» (Very Important Rabbit).
El ataque de los tomates asesinos
No puedo negar que, cuando me presentaron Kaze and the Wild Masks un par de juegos vinieron a mi mente: los de los Tiny Toons y los protagonizados por Jazz Jackrabbit. Que queréis que os diga, culpables, el diseño que destila el título me recordaba enormemente al de estos juegos, salvando distancias.
Y, como buena consumidora de plataformas de aquella época pasada, lo cierto es que no dudé en recibir con los brazos abiertos este análisis de Kaze and the Wild Masks. Pero vamos al lío, y dejémonos de disertaciones.
Lo cierto es que mis acrobacias mentales para asociar este juego con los de mi infancia no fueron tan descabelladas. Kaze and the Wild Masks parte de una premisa simple: tenemos que intentar ayudar a nuestro compañero, sobre el que recae una maldición. O al menos, eso nos deja entender las escenas mudas con las que empieza el juego.
Y es que las cosas se han puesto bastante chungas en el mundo de estos personajes. Porque no os vamos a engañar: que las verduras cobren vida y se pongan violentas no parece desde luego algo que pasar por alto. Más aún cuando se hacen gigantes, les sale cara e incluso dientes que te hacen reflexionar seriamente sobre la cadena alimenticia.
Como podéis ver, si leéis entre líneas, la trama de Kaze and the Wild Masks no es que sea una obra cumbre de la literatura, con elementos muy desarrollados. Pero tampoco es que le haga falta, la verdad. Sólo necesitamos una excusa simpática para comenzar nuestra aventura. Y esta desde luego lo es.
Salta, salta, salta y vuelve a saltar
Vale, tenemos una premisa sencilla, con lo que parece ser ese toque añejo a los juegos de los 80 y 90. Pero, ¿se puede decir lo mismo en lo que se refiere a la jugabilidad plena del título? Ya os respondo yo (que para eso habéis venido): sí. La jugabilidad roza lo absurdo con lo simple: te mueves con la cruceta, saltas con un botón, y golpeas con otro. Y ya está. Podéis cerrar al salir.
Vale, no, vamos a detallar más. El control principal de este personaje se basa en la premisa arriba expuesta. Sin embargo, hay varianzas en ello, gracias, principalmente, a las máscaras. El texto que acompaña al nombre de este título cobra sentido al fin. Veréis, estas máscaras estarán dispuestas en determinados puntos del mapa, y gracias a ellas podréis superar dicho recorrido.
No son perdibles ni nada por el estilo, dado que cuando aparezca una máscara no podréis avanzar sin ella, básicamente. Así, podremos añadir variedad al asunto con fases de vuelo simple, natación en la que controlar nuestros impulsos será la clave o fases en las que la precisión milimétrica en cada salto serán primordiales.
Creedme que encontrar cada una de las máscaras y saber que «ahora la fase irá de esto», pese a lo que pueda parecer, es una auténtica maravilla. Esto se debe más que nada a que no es que estas se encuentren en todos los escenarios, saturando el concepto. En absoluto. Aparecen cuando tienen que aparecer, como los magos, simple y llanamente.
No penséis, pese a todo, que esto se traduce en que las fases con Kaze en modo normal sean un coñazo. Lo cierto es que son muy entretenidas y, si bien sus primeros escenarios son más bien sositos, conforme vayas avanzando veréis todo tipo de situaciones. Siempre, claro está, con la premisa de que únicamente saltaremos/esquivaremos/loquesea a los enemigos.
Cabe mencionar que, para los más completistas, cada fase tendrá un % de gemas a recoger para conseguir la puntuación perfecta al final de la fase. Sin olvidarnos de la posibilidad de recoger unas letras que forman el nombre de la protagonista, amén de las esmeraldas que podremos obtener al encontrar y superar las dos fases bonus de cada escenario.
¡Y si eso no os basta, siempre podréis probar suerte con el contrarreloj!
Un diseño que alabar
En cuanto al diseño, voy a repetirme. Al ver este juego pensé en Jazz JackRabbit, y lo cierto es que es imposible quitarse ese regusto de la boca. Porque el mundo es muy colorido y lleno de detalles. Lo mismo podemos decir de su protagonista. Como amante de los diseños en 2D, no puedo decir que cada píxel no destile personalidad.
Los entornos son detallados, sin llegar a saturarte, y la variedad en estos es bastante notable teniendo en cuenta la duración del título. En lo que respecta a los diseños de sus enemigos, ahí podemos entrar en sus más y sus menos.
Hay algunos que son realmente horribles. Otros son un acierto e incluso te sacarán una sonrisa. Pero se nos hacen un tanto escasos, a la par que sus animaciones de muerte un tanto simples. Los jefes, por su parte, sí cuentan con elementos más elaborados, haciéndolos muy destacables y carismáticos frente al resto.
Si queremos ya algo un poco más musical, podemos irnos a los temas sonoros. En este aspecto, los efectos no me han parecido la gran cosa. Sin embargo, los temas musicales sí que me han sorprendido, y para bien.
En primer lugar, porque su número no es nada desdeñable, y en segundo lugar, porque tenemos, nuevamente, una grata variedad de estos, contando desde temas ligeros y simpáticos hasta otros más «oscuros».
Conclusiones del análisis de Kaze and the Wild Masks
Si queréis un título que os traiga recuerdos de los títulos plataformeros más simpáticos de los años 80 y 90, adelante: Kaze es lo que necesitáis. El juego es muy entretenido y ameno de jugar, si bien la ausencia de algunos puntos de control o su escasa duración pueden echar atrás a más de uno.
Tened en cuenta, a su vez, que no es un Mario o un Sonic. Es algo un tanto más simple, que se nota que quiere dejar claras sus referencias, pero que a la vez busca diferenciarse un tanto del resto de apuestas. ¿Lo consigue? Más o menos. Pero, al menos, nos ha entretenido mientras lo descubríamos.