Nos ponemos la máscara para adentrarnos en la tercera parte de la saga de asaltos de Starbreeze. Te contamos todas las claves del atraco en nuestro análisis de Payday 3.
Tras diez años de espera llega por fin la secuela de uno de los shooter orientados al cooperativo más exitosos de la última década: Payday 3 se encuentra en la difícil posición de mantener lo que funcionaba de Payday 2 y justificar a la vez su existencia como algo más que un mero trámite para hacer pasar por caja de nuevo a los fieles. Huir de la sombra del excesivo continuismo y mantener la esencia. Un reto difícil, sin duda.
Y Payday 3 fracasa estrepitosamente.
El legado
Para los no iniciados en la saga, los Payday se centran en el robo y asalto de, principalmente, bancos, si bien algunas misiones pueden ser mucho más disparatadas e implicar robos al gobierno o incluso armas nucleares. Por tanto, y como es de esperar del género Heist, toda misión tiene una planificación que suele implicar unas fases iniciales de sigilo, seguidas por otras más centradas en salir del lío a base de tiros. Esto puede, de nuevo, variar según la misión y dar más peso a una parte u otra, pero son las bases generales.
Payday 2 era la clase de juego a la que, con total honestidad, no dedicarías más de unas horas en solitario. Su fortaleza ha estado siempre en la cooperación: entrar con un grupo de amigos, comunicarse y coordinarse para hacer todo lo posible por retrasar el momento de levantar los fusiles y disparar a todo lo que se mueva. De esta forma, una idea simple como protagonizar un videojuego al estilo Ocean’s Eleven cobra vida en base a su potencial bien aprovechado.
Un accidentado comienzo
Y es aquí cuando las cosas se empiezan a torcer: estos primeros días el juego ha sido un caos absoluto a nivel emparejamientos y servidores. Tiempos de espera absurdamente largos, desconexiones en medio de la partida, una latencia altísima… problemas presentes, incluso, cuando se trata de crear grupos privados. En definitiva, un desastre. Y olvídate de dejar estos problemas de lado jugando tú solo con bots, porque el juego requiere de conexión a Internet permanente.
Ya solo por estos problemas sería suficiente para coger las maletas, salir del juego y considerarlo totalmente fallido. Sin embargo, sin duda en las siguientes semanas los creadores corregirán estos fallos básicos en su funcionamiento, por lo cual si el resto del contenido fuera bueno este estrepitoso comienzo acabaría siendo una pequeña nota a pie de página.
El problema, claro está, es que no es bueno.
Concretamente, por ser más exactos, es bueno solo donde ya lo era su predecesor, malo donde este no lo era y solo una mejora en pequeños aspectos concretos, como algunas misiones especialmente curradas, con mapas que da gusto explorar y que muestran que sí había potencial para evolucionar la saga y llevarla a algo más. Pero no solo no ha sido así, sino todo lo contrario; la cantidad de contenido con el que ha salido el juego es ridículamente inferior a la que tenía Payday 2. Y, si bien es comprensible que un juego nuevo tenga de primeras menos añadidos que uno con diez años de actualizaciones, resulta a su vez difícil justificar pasar por caja de nuevo para adquirir una versión tan inferior en todos sus aspectos, hasta el punto de que resulta difícil recomendar a alguien no iniciado en la saga esta entrega mientras se mantengan los servidores de la anterior.
IA, ataque preventivo y otros cuentos
La inteligencia artificial ha sido motivo de intenso debate en estos últimos meses. Su rápido avance en sectores como el arte o la ciencia han despertado suspicacia y alarma sobre las aplicaciones que puedan encontrar las empresas para estas herramientas, así como su capacidad para reemplazar trabajos artísticos e intelectuales humanos. Máquinas con tanta capacidad de predicción y razonamiento como para hacer temblar los cimientos de la sociedad moderna.
Para bien o para mal, este debate habría sido mucho más corto si hubiera tenido en cuenta únicamente la inteligencia artificial de Payday 3.
Ya sean amigos o enemigos, aliados o policías, los NPC y bots de esta obra brillan por su absoluta capacidad de ser los más estúpidos de cualquier habitación en la que se encuentren. Es, hasta cierto punto, admirable incluso conseguir unas inteligencias artificiales que funcionen tan mal que hagan hasta al más cateto de los gamers (valga la redundancia) sentirse un genio en comparación.
Este banco ya me lo conozco
La escasez de contenido ya mencionada afecta gravemente a la rejugabilidad, al agotarse en unas tres horas sus ocho misiones -cuatro menos que Payday 2 originalmente, sin incluir las decenas que fueron añadidas en los años posteriores- y verte obligado a partir de ahí a repetir contenido una y otra vez. Este contenido en sí no es de mala calidad -como ya se ha mencionado, algunos mapas son bastante buenos-, pero es una escasez demasiado grande como para dejarla pasar, sobre todo teniendo en cuenta que otros aspectos tampoco están especialmente refinados.
La actualización gráfica que presenta frente a la segunda parte, si bien es apreciable, se queda muy corta para un juego de 2023. El cambio de motor a Unreal Engine 4 es de agradecer, pero sigue pareciendo un juego de hace cinco años (y uno de gráficos normalitos, no el Red Dead Redemption 2). En la jugabilidad, la saga ha sucumbido parcialmente en esta entrega a la tendencia de los shooter por dar más importancia a la movilidad, el plataformeo y el dinamismo y rapidez en general. Con todo, en general es bastante continuista en sus bases de sigilo, máscara y tiroteos.
Payday 3 es un primer paso vacilante y lastimero hacia una evolución en la saga que no termina de llegar. Hay potencial para acabar convertirse en un digno, pero excesivamente continuista, sucesor de Payday 2. Pero por ahora, más que su hijo brillante, es su hermano pequeño sin el brillo particular que caracterizaba al mayor.