Si te gustó The Binding Of Isaac, te recomiendo echarle un ojo al análisis de Tango Fiesta. Quizá no vaya a tener tal impacto, pero no hay que despreciarlo.
Quizá el impacto de The Binding Of Isaac, en términos generales, haya sido excesivo. El juego de Edmun McMillen caló hondo entre la comunidad apostando por una metodología arcade en perspectiva isométrica, en la cual un muñeco dirige la munición con el joystick derecho mientras que se mueve con el izquierdo, a la par que acaba con cientos y cientos de enemigos, además de excéntricos y enigmáticos bosses . El análisis de Tango Fiesta bien puede empezar nombrando su mayor inspiración, ¿no?
Sin embargo, Tango Fiesta se distancia lo suficiente de The Binding Of Isaac como para llamarlo influencia. En el juego de Spilt Milk Studio encarnaremos uno de los seis personajes disponibles, cada uno con cualidades y características únicas repartidas en cuatro grupos (Estamina, Salud, Velocidad y Precisión), mientras incesantes oleadas de enemigos se abalanzan sobre nuestro cuello para aniquilarnos. El objetivo de sobrevivir no supone demasiada ambición, por lo que se ha aderezado con objetivos de destruir una localización, un helicóptero o, inclusive, un jefe final.
Bueno, eso en el Modo Arcade, uno de los dos únicos modos disponibles en el juego. La historia, más que historia, es un simple cuento. Bajo una estructura episódica de cinco episodios que bien podría recordar a los libros de Juego de Tronos (por la cantidad, no porque follen entre hermanos) se narra una serie de sucesos totalmente aleatorios que, a pesar de provocar alguna carcajada, no tiene sentido alguno. La premisa de rescatar a nuestra amada pronto pega un volantazo de guion interesante. Sin duda, el acudir a un reality show de asesinos, al infierno o a una selva tras rescatar a nuestra novia resulta turbio cuanto menos, aunque quizá su corta duración más bien sirva como prolegómeno al modo arcade que como narrativa per se.
Arcade, Arcade y más Arcade
Tango Fiesta, al igual que The Binding of Isaac, se aleja de cualquier narrativa destacable. El juego quiere enganchar, agilizar el cerebro del jugador, hacerle moverse, disparar. Para ello utiliza el frenético Modo Arcade: una constante vorágine de enemigos tratarán de aniquilarnos, mientras que nosotros destruiremos una instalación, un helicóptero o un jefe final (como decía previamente). Las rondas se distribuyen en tríos de niveles y un enfrentamiento final con el boss. Durante los combates habrá que estar pendientes de la vida y munición pues, al contrario que en el Modo Historia, aquí solo portamos un arma.
El armamento no es que sea muy extenso y, para qué engañarnos, diferenciable. Los objetos iniciales son, sin temor a decirlo muy en alto, los mejores del juego. Hay una tienda que permite desbloquear nuevos fusiles, subfusiles y escopetas, todos ellos peores que los ya disponibles. Ahora bien, cierto es que elementos como el cóctel molotov o el lanzacohetes aumentan la diversión armamentística, aunque cueste dios y ayuda conseguirlas por las estratosféricas sumas de dinero necesarias para desbloquearlas.
Todo ello lo he descubierto solo. No quiero decir que lo haya hecho sin ayuda de nadie, que también (toma una piruleta, campeón), sino que no he jugado con nadie más. El juego incluye una opción cooperativo local para cuatro jugadores, la cual aumentará (teóricamente) la diversión del título. Como digo, no he podido catarla, así que únicamente la mencionaré tangencialmente.
Aunque pueda parecer lo contrario, no he caído en la monotonía mientras daba caña al análisis de Tango Fiesta. Cierto es que la curva de dificultad está desfasada y es demasiado pronunciada. Sin embargo, ello no me ha impedido disfrutar mientras despachaba agusto a todo fantasma, soldado o maniático que se aproximase a mí. Además, no he echado demasiado en falta alguna variable jugable, así que algo habrá hecho bien el estudio.
Limitaciones técnicas
Ello no exime al juego de ciertas limitaciones técnicas. Se ve que es un juego independiente tanto en los comportamientos como en el sonido. Los gráficos no son nada del otro mundo, aunque se disimulan bien con la perspectiva isométrica alejada. Sin embargo, donde más se ven las flaquezas del título es en el sonido.
A pesar de hacer grandes homenajes al género arcade con guiños a Metal Slug y su grito de los soldados al fallecer, se notan las carencias. Alguna que otra vez se ha quedado «pillado» el sonido. Por ejemplo, tras avanzar de nivel, ha seguido sonando una metralleta que desapareció varios minutos antes. Además, se echa en falta algo de voz a los personajes en el Modo Historia. Vale que no sea el fuerte, pero habría sido un gran plus.
El análisis de Tango Fiesta no puede concluir sin dejar claro las buenas sensaciones que me ha dejado. No va a ser un juego del que me acuerde en exceso, pero me ha hecho pasar buenos ratos. Además, estoy seguro de que si tenéis amigos con quien disfrutarlo, será una experiencia mucho más enriquecedora.
De todos modos, siempre he preferido el chotis.