Tras unos meses de pausa, volvemos a pasearnos por Erebonia con el análisis de The Legend of Heroes: Trails of Cold Steel II.
El país de Erebonia nos dejó marcados con su primera entrega tras un final la mar de abrupto, que nos dejaba con ganas de conocer qué carajos le sucedería a la clase VII. Sí, ya sé que los poseedores de otras plataformas pudieron solucionar esto fácilmente, pero aquellos que, como yo, tuvieron que esperar a la secuela en PlayStation 4, hemos vivido una auténtica incertidumbre. Incertidumbre que al fin se rompe. Ahora bien, ¿cumple las expectativas que nos generó? Vamos a verlo con el análisis de The Legend of Heroes: Trails of Cold Steel II.
Edificando sobre unas buenas bases
En el primer análisis del juego, comenté que se nos presentaba una historia muy pausada, dado que se pretendía mostrar de la mejor manera posible el mundo en el que nos encontrábamos, y darnos el conocimiento geopolítico del mismo, de vital importancia. Con unas bases bien asentadas en él, es menester pensar que en esta aventura se olvida ese sosiego a la hora de contar la trama. Y así es, pero, desgraciadamente, no es del todo bueno.
La historia cuenta con un tono más dinámico, en el que todo avanza de forma más movida, más rápida. Estamos de un lado para otro, y no se siente que la acción decaiga en demasía. ¿Cuál es el problema de esto? Que no se desarrolla del todo bien. Durante el primer tercio del juego vemos que se repite el mismo modus operandi una y otra vez. Los escenarios y personajes en cada etapa serán distintos, pero al seguir las mismas pautas genera una sensación de repetición bastante poco tolerable, que elimina totalmente las sorpresas que pudiera generar. Es un guión de copia y pega.
A partir de la mitad del mismo la cosa varía un poco, al menos en aspecto, pero tampoco es que consiga un gran resultado. En general, la historia da la impresión de que está mal aprovechada. Con los buenos cimientos del primer título podría haber dado mucho más de sí. El concepto de guerra que se da en este juego, pese a ponernos desde el principio en la piel de estudiantes de una academia militar, parece casi irrisorio. No se palpa la tensión real de un conflicto armado.
Supongo que es debido a los clichés de anime que ya lastraba el primer juego, pero que se sobrellevaban por su estilo sosegado, de academia escolar y de juego introductorio. Abusar de ellas en esta segunda entrega no le hace ningún bien. Claro que, hablamos de historia principal, donde esas fallas hacen que no luzca demasiado. Por suerte las misiones secundarias saben darle un poco de vidilla al asunto al conocer algunos detalles extra de localizaciones y demás.
En general, se puede decir que esta segunda entrega le quiere dar una especie de cierre apresurado a este primer arco de Erebonia. Recordemos que estamos, a fin de cuentas, ante un título que tiene dos entregas más por delante. Y en esta ocasión, pese a que nos deja con un final algo más cerrado que su predecesor, da a entender perfectamente que tendremos más elementos a explotar en los sucesivos juegos.
Las artes salvarán tu día
Si entramos ya en el terreno de lo jugable, encontramos el ejemplo de que con unos simples ajustes, una jugabilidad buena puede mejorarse notablemente. El sistema de combate bebe mucho del anterior título, añadiendo sólo pequeños elementos que no hacen más que sumar, haciéndolo aún más dinámico, estratégico y divertido de jugar. Así, a los tan consabidos ataques grupales y a los elementos extras en los turnos que nos dan diversos beneficios y desventajas, le sumamos el Overdrive.
Esta curiosa función nos permite extender nuestro turno más allá de lo imaginable. Me explico: al terminar combates, dependiendo de nuestras acciones, se nos irá rellenando un medidor. Cuando lo tengamos listo, al formar un vínculo con otro personaje, se nos permitirá acceder a este modo.
Así, tendremos una recuperación ligera de vida, la eliminación de cambios de estado, tres turnos extra, ningún tiempo de espera para las artes y que todos nuestros ataques normales causen un aumento en el nivel de vínculo para hacer los ataques conjuntos. No es moco de pavo desde luego, y usarlo en el momento justo puede salvarte de las garras de la muerte en más de una ocasión.
Otro elemento novedoso son las batallas de mechas. Sí, aquellos de los que ya tuvimos un atisbo al final del primer juego. Digamos que, sobre papel, la cosa pinta bastante chula. A fin de cuentas, a todos nos gusta ver robots gigantes torciéndose las tuercas. Sin embargo, a la hora de la realidad… me duele decir esto, pero el usar el robot es un auténtico engorro. Las batallas son simples hasta el hastío. Son tediosas, sin emoción, sin alma. Como si tiraras la tostadora contra el frigorífico.
Fuera de ello, todo sigue igual que siempre. Tenemos misiones secundarias, tenemos los eventos de tiempo libre para afianzar lazos con los compañeros… esas cositas que ya funcionaban bien en la anterior entrega, básicamente. Sólo son reseñables algún que otro minijuego extra que le da algo de vidilla, o lo daría si los controles fueran un tanto mejores, pero al menos hay cosas nuevas para degustar.
Manteniendo el ritmo
Siendo una entrega que, originalmente, no contaba con mucho tiempo de diferencia de una entrega para otra, en la vertiente gráfica y artística podemos ver más de lo mismo de lo visto en la primera entrega. Eso se traduce en unos gráficos que se tornan añejos, sin grandes pretensiones, que no destacan demasiado. Si que contamos con algunos diseños nuevos en la vertiente más artísticas, pero poco más destacable. Incluso la mayoría de los escenarios se reciclan del anterior título, pues, a fin de cuentas, nos encontramos en el mismo país.
Sonoramente sí hay más cosas a destacar. Primero, vamos a quitarnos lo sencillo: seguimos contando con los actores de doblaje ingleses y japoneses que le dan vida a los personajes del juego. Tienen sus momentos en los que brillan más o menos, pero en general hacen un trabajo bastante decente. En concepto ya de banda sonora, pese a que se reciclan algunos temas, no son pocos los nuevos que se añaden a la parrilla.
Destaco en especial los compases de ciertas zonas y momentos de la historia. En ellos los temas vocales brillan con luz propia, junto a acordes únicos que saben darle una fuerza inusitada tanto a combates como lugares emblemáticos. En esos momentos es cuando dan ganas de poner la tele a todo volumen para disfrutar cada nota en su máximo esplendor.
Conclusiones del análisis de The Legend of Heroes: Trails of Cold Steel II
En general, nos encontramos con una segunda entrega algo descafeinada. Descafeinada en el sentido de una historia que queda un poco a medias tintas, con un desarrollo no del todo óptimo. Mantiene a medias el legado de su anterior entrega, pero da pie a las siguientes, donde, esperamos, pueda desarrollarse tan bien como dejaba entrever el primer juego, fuera parte de los clichés de anime.
Teniendo esto en mente, y sabiendo que es un título que pretende cerrar algunas cosas, dejando las intrigas a otras, es un JRPG que por la cantidad de contenido que tiene es bastante disfrutable, dando multitud de horas de juego. El sistema de combate ayuda a ello a su vez, puesto que los pequeños añadidos no hacen más que sumar un estilo bien asentado.