Darkest Dungeon ha instaurado escuela y con el análisis de Vambrace: Cold Soul estudiaremos si en Devespresso Games se han hecho con la fórmula.
Los turnos, y el género RPG en general, llevan unos cuantos años repuntando hasta casi alcanzar una nueva edad dorada. No solo los J-RPG, sino también otros de nicho como los tactic o incluso la proliferación de formas nuevas de entender el género, como los dungeon crawler o los rogue like. En este caso estamos ante una mezcla de estos dos, tal y como pasaba con Darkest Dungeon, donde la gestión y usar la cabecita es imperativo para sobrevivir. Veamos con el análisis de Vambrace: Cold Soul si este ahondamiento en el género vale la pena o no.
Minho Kim desencadena su arte con total dedicación.
Devespresso Games es un estudio indie, no muy grande, que habita en Seúl y se ha encargado anteriormente de cosillas como Coma. Su artista principal y director es Minho Kim, un diseñador que se ha vuelto famosillo por su don tan peculiar y maravilloso a la hora de crear personajes y universos. Con Vambrace impregna todo su potencial para dar vida a personajes de ensueño, con un gusto exquisito por la ornamentación y los colores fríos.
Tanto los portraits como las cinemáticas, pese a su carencia de animación, lucen para quitar el hipo, más todavía si después los vemos animados en las mazmorras y el interior de la ciudad. La misma tampoco se queda atrás, con edificios característicos y siempre ensombrecidos por el terror gélido que sirve de núcleo narrativo.
Pero quizás lo realmente llamativo del juego es su uso de la profundidad. Si venís de Darkest Dungeon sabéis que el juego se destila en 2 dimensiones cuando exploramos, no obstante en Vambrace se llega a un nivel superior al acompasar ese plano con el cenital en la ciudad. Así cuando entramos dentro de edificios y salas estamos en dos dimensiones, el juego se vale de los planos solapados para crearnos sensación de profundidad. Esto facilita muchísimo la comprensión visual del jugador, entendiendo por ejemplo, que cuando estamos en una taberna no somos el protagonista, sino que lo es el bullicio de la gente, representado con sombras más cercanas a la pantalla y dejando al jugador relegado en el fondo.
Hyunho Kim nos embelesa con su buen hacer con el sonido.
Ya no os hablaré de que la sountrack tiene una calidad pasmosa, sino que el uso que se le da al sonido es cualquier cosa menos casual. Si a un panorama artístico perfecto le acompañamos unas piezas orquestales magníficas y que se acoplan de forma genuina a cada momento, combate y sentimiento, el cóctel no podría saber mejor al jugador.
Pero lo que más me ha encandilado ha sido el empleo inteligente del sonido para crear ambiente. Así como al andar por las calles frías y oscuras de Dalearch nos acompaña solamente el sonido del viento gélido, se nos encogerá el corazón con el sonido de la escarcha rompiéndose a nuestros pasos cuando exploramos las habitaciones inseguras de la superficie.
Porque esa sensación de inseguridad es constante en el videojuego. Da igual estemos dentro de las murallas mágicas de la ciudad, es entrar en cualquier edificio de los clanes que pueblan la urbe que el malestar continúa. Y eso es un efecto buscado a conciencia, pues Vambrace no es un juego sencillo y el camino del héroe no se labra por el capricho del destino, sino por el buen hacer de la experiencia.
Cazador de tumbas en un apocalipsis helado.
La premisa del juego se divide en dos conceptos. El primero consiste en divagar por la ciudad de Dalearch mezclándote con las diferentes culturas que pueblan sus distritos. Multitud de razas y gremios se dan la mano aquí, dando rienda suelta a sus problemas y motivaciones, los cuales se mimetizan en tareas secundarias que nos reportarán beneficios en forma de equipamiento y objetos de curación.
A la cita no faltan la clásica herrería para craftear objetos, un punto de encuentro para reclutar aliados, la taberna para descansar y gestionar nuestro equipamiento así como diversos puntos de interés para comerciar, investigar y estudiar el lore que atesora el videojuego.
Sin embargo, la auténtica chicha viene de las exploraciones en el exterior. Cada vez que salgamos tendremos que hacerlo bien equipados, porque la dureza de la travesía no es para tomársela a broma. Con nuestra protagonista al frente y 3 mercenarios más que podremos contratar tendremos que ir recorriendo salas y habitaciones de mazmorras carcomidas por el hielo, desinstalando trampas, abriendo cofres, enfrentando enemigos del más allá y vigilando nuestros indicadores de terror, vigor y salud.
Cada vez que tengamos que echar el freno y volver a la ciudad, la salas se resetearán añadiendo un componente rico roguelike. Por ende, las tácticas de prueba y error son esenciales para estudiarse bien las vulnerabilidades de los enemigos y así poder estirar más el tiempo de exploración. Si perdemos demasiado del mismo explorando una única estancia, el medidor de terror ascenderá y una niebla verde hará acto de presencia para multiplicar la tasa de aparición de enemigos una barbaridad.
El oro blanco no solo guarda esperanzas e ilusiones.
Cuesta quitarle defectos a un producto tan bello en lo audiovisual, pero cuando hay problemas, hay problemas. Huelga decir que los considero de gravedad leve, aunque no está demás matizarlos. Por una parte, el inicio del juego requiere mucha paciencia para hacerse con su filosofía y mecánicas. Los tutoriales son numerosos y se hacen más pesados que un cerdo en un llavero, sobre todo porque no nos solucionan para nada las papeletas.
Entender los conceptos básicos en la práctica, saber moverse por la ciudad y las mazmorras, sacar todo el jugo a las batallas y los mercenarios… Son cosas que no entran a la primera si sois noveles en el género y os tocará hacer de tripas corazón. Además de que no hablamos de un juego sencillo, muchos de vuestros mercenarios perecerán en las primeras incursiones y las mazmorras se reiniciarán antes de siquiera cumplir la primera misión. Toca armarse de paciencia, culpables, que el juego sabe recompensar una vez lo tengáis rodado.
Por otra, el juego no viene traducido al castellano, aunque sí al latino. Eso puede dificultar la comprensión de muchos conceptos y seguir el hilo de la historia, más cuando hablamos de una traducción muy chapucera, repleta de calcos, errores y cambios de sentido. Mi recomendación es que lo juguéis en inglés, por bajo que sea vuestro nivel seguro que os enteraréis de más.
Lyric y su guantelete os aguardan tras las gélidas murallas de Dalearch.
Vambrace: Cold Soul es un rico Dungeon Crawler que bebe de Darkest Dungeon aportando un estilo visual artístico único además de un universo repleto de matices. Una propuesta cuasiperfecta con un buen equilibrio de dificultad y que actúa como una esponja absorbiendo nuestras horas hasta el infinito.
Lástima por su deleznable traducción y sus tutoriales tan pesados. Si pasáis por encima de esos dos inconvenientes os embelesará sin que tengáis la posibilidad de resistiros.