Tecnosacerdotes y Necrones se dan de todo menos abrazos en nuestro análisis de Warhammer 40.000: Mechanicus. Todo sea por Omnissiah.
Desde que en 1975 naciese la empresa británica Games Workshop, muchos han sido los títulos basados en alguno de sus juegos de tablero. Bloodbowl, Inquisitor Martyr, Vermintide, Total War o el próximo Necromunda: Underhive Wars… Todos ellos tentativas de captar la esencia de sus homólogos con mejor o peor suerte. Pues bien, hoy os traemos nuestro análisis de Warhammer 40.000: Mechanicus, un nuevo intento de trasladar la experiencia de los dados al ocio digital. ¿Será de los buenos? Lo vemos.
Bueno, realmente el juego no es precisamente nuevo ya que lleva en PC desde hace casi dos años, pero no ha sido hasta el pasado 17 de julio que hemos recibido su versión para consolas. Bulwark Studios y Kasedo Games han tardado bastante tiempo en portear el título a las sobremesas de la actual generación. Pero no hay mal que por bien no venga, ya que al menos la edición que recibimos es la más completa al incluir también la expansión Heretek.
Todo lo sabe Omnissiah
En el título nos metemos en la piel de los Tecnosacerdotes del culto Adeptus Mechanicus. Este grupo reconoce al Emperador de la Humanidad como el líder supremo, pero no así la verdad religiosa que el imperio o la Eclesiarquía predican. En su lugar, se rigen por sus propios y oscuros manuscritos, rindiendo tributo a la deidad a la que llaman el Dios Máquina u Omnissiah.
Estos devotos viven en Marte, siendo los únicos gobernantes del Planeta Rojo. Proveen de tecnología y avances científicos al Imperio, aunque y poseen sus propios ejércitos compuestos por Titanes, Electrosacerdotes, Legiones Skitarii y Servidores de combate.
Durante una de sus misiones de reconocimiento, captan una misteriosa llamada de socorro de un sacerdote desaparecido. Dicha señal los guía hasta la órbita de un recóndito planeta llamado Silva Tenebris, en el que algo tenebroso que lleva durmiendo desde hace siglos comienza a despertar por nuestra llegada. Este mal resultan ser los Necrones, unos guerreros alienígenas no muertos tan antiguos como el propio universo. Así que nos toca evitar que esto suceda, si no queremos que toda la galaxia esté en riesgo.
Caestus Metallican
Con esta quizá no muy original premisa, nos encontramos en un juego de combates tácticos por turnos, muy al estilo de X-COM y similares. Siempre comenzaremos en el Caestus Metallican, una enorme nave en la que viajamos. Desde su centro de mando, los diferentes personajes nos propondrán diferentes misiones a realizar. En cada una podremos ver la dificultad de los rivales que deberemos enfrentar y las recompensas que conseguiremos. Así pues, podremos escoger la que más nos convenga en cada momento.
El grupo que mandemos realizar estos encargos se moverá por un mapa repleto de salas en el que pueden suceder eventos variados. Normalmente nos expondrán los hechos, dándonos a elegir entre algunas soluciones posibles. En función de nuestras respuestas, podrán tener lugar efectos positivos o negativos. Estos van desde encontrar nuevo armamento, o conseguir puntos de conocimiento, hasta perder vida para algún personaje o elevar el nivel de amenaza para futuros combates. Por supuest,o en otras de estas habitaciones nos aguardan Necrones, los enemigos que debemos abatir para completar nuestra misión.
Podemos recorrer estas estancias en el orden que queramos, pero deberemos tener en cuenta que si tardamos demasiado en recorrer la tumba, más aumentará el citado estado de alerta, lo que nos complicará el enfrentamiento final de zona. Además, tras terminar la misión, dicho nivel elevará el de alarma global, provocando el despertar definitivo del Mundo Necrópolis. Cuando esto suceda, nos enfrentaremos al combate final del juego independientemente de nuestro progreso o de las misiones que nos queden sin completar.
W-COM
Metiéndonos ya en harina, la jugabilidad es sin duda lo mejor de Warhammer 40.000: Mechanicus. Como ya hemos comentado, esta nos recordará a obras como el nombrado X-COM, Mutant Year Zero, o Ash of Gods: Redemption por ejemplo. Es posible que no sea tan completo como estos, pero lo que hace lo hace muy bien. Olvidaos aquí de coberturas o porcentajes, si el enemigo está al alcance de nuestras armas, impactaremos sobre él. Otra cosa será la cantidad de vida restada, la cual varía en función del tipo de daño y armadura del rival, o de los diferentes potenciadores que podamos usar.
Una de las características que diferencian a este título de otros similares es que comenzaremos las batallas únicamente con nuestros Tecnosacerdotes, sin ninguna otra tropa. Desplegar estas unidades de apoyo tendrá un coste en Puntos de Conocimiento. Con suerte, durante la fase de exploración de la tumba, es posible que podamos recabar algunos y así empezar el combate con algunos de estos soldados. De otro modo deberemos llamarlos a lo largo del combate, gastando para ello algunos de estos PC.
Durante la lucha, cada unidad posee sus propio armamento, destrezas, o distancia de movimiento, y elegir el mejor uso de estas en cada momento se antoja imprescindible. Además, algunas armas consumen los ya citados PC, y al contrario que en otros juegos del género, estos no se recuperan al final de cada turno. Para conseguir reponerlos nos tocará recolectarlos en algunas zonas del escenario, matar enemigos, o utilizar alguna habilidad. Parte de la estrategia reside en saber cómo y cuándo dar uso a dichos puntos.
Adeptus Mechanicus
Por otra parte, nuestros Tecnosacerdotes poseen unos poderosos Cánticos que pueden decantar la balanza a nuestro favor. Podremos portar hasta tres, siendo de un sólo uso y comunes a todo el grupo. Sus efectos van desde conseguir Puntos de Conocimiento, infligir mayor daño físico o de energía en nuestro próximo ataque, o potenciar nuestra defensa, por ejemplo. Según consigamos diferentes logros durante la aventura, iremos desbloqueando nuevos cantos con mejoras cada vez más devastadoras.
Por otra parte, no podía faltar la parte rolera en un título de estas características. Durante las misiones y al completar estas, en función de nuestra actuación conseguiremos un material denominado Piedra Negra. Con este recurso, podremos subir de nivel a nuestros Tecnosacerdotes añadiéndoles así nuevas habilidades, armas, equipamiento e incluso cánticos propios. De este modo lograremos crear auténticas máquinas de matar. Las otras unidades básicas que nos acompañan no podrán ser mejoradas, aunque podremos desbloquear sus versiones superiores como recompensa de alguna misión.
Gráficos y sonido
Ninguno de estos apartados es especialmente remarcable, y sin duda son la parte más floja del juego. Los modelos de las diferentes unidades son bastante normalitos, y los escenarios son muy sosos y sobre todo repetitivos. Todo rezuma un aire triste y apagado, que a decir verdad casa muy bien con la ambientación, pero se hace un poco tedioso.
Lo mismo se puede decir de un apartado sonoro que no llama la atención en ningún momento ni por sus melodías, ni por sus efectos. Además apenas tendremos voces durante la aventura, siendo la gran mayoría texto, aunque por suerte este se encuentra perfectamente localizado a nuestro idioma, por lo que tampoco tenemos ninguna pega. En general hay que tener en cuenta, que hablamos de un título independiente y con un precio inferior al de cualquier triple A, por lo que tampoco podemos esperar mucho más.
En definitiva, nos encontramos con un buen exponente para el género. Quizá es menos completo que algunos de los considerados grandes, pero según nos adentramos en él, vemos que posee más capas de profundidad de las que parece en un principio. Técnicamente no destaca pero si podéis obviar este hecho, os divertiréis mucho con sus combates por turnos o dando forma a vuestros Tecnosacerdotes. Todo sea por Omnissiah.
Allons-y!