He de confesar que pese a ser muy fan de Juego de Tronos y haber devorado todos los libros de la saga, la serie de la HBO me da pereza. Nunca he terminado de entender los continuos cambios sobre la historia, especialmente aquellos que no tienen justificación, como la muerte de Rakharo, el jinete de sangre de Dany.
Quizás es por ese motivo por el que he disfrutado tanto jugando a Game of Thrones, de Telltale. Al tener como protagonistas a una Casa hasta ahora desconocida, los Forrester, les ha permitido cierta libertad y poder crear una historia propia prácticamente de cero. Pero no está vacía de referencias, claro. La historia del juego de Telltale se engarza perfectamente en los acontecimientos que se narran tanto en la serie como en el libro. Incluso aparecen bastantes personajes que ya hemos visto en la serie, con su propia cara y doblados por los mismos actores.
Todo eso contribuye a que la hilo argumental que ha creado Telltale solo sea uno más en la enorme telaraña que es el universo de George Martin. Es algo nuevo, pero a la vez también es familiar y donde todos los que sean fans reconocerán datos, escenas y localizaciones.
Sin entrar muy al trapo con el argumento, lo cierto es que he notado muchas similitudes entre los Forrester y los Stark. No solo en que sus problemas comiencen al mismo tiempo, con la Boda Roja, sino en que ambas son historias de caída, de cómo una Casa se va desmoronando poco a poco sin que nada parezca evitarlo.
Game of Thrones también me ha gustado especialmente porque rompe con un convencionalismo en los videojuegos, especialmente en los de rol, muy presente hoy en día. En casi todos los RPG existe un sistema de karma, una forma de salir siempre bien parado a base de escoger X número de respuestas correctas en las conversaciones. No importa que delante del protagonista haya un ejército de enemigos, que el juego siempre te dará las herramientas para que salgas victorioso, sin bajas entre tus aliados y vuelvas a casa con Excalibur al hombro.
En Game of Thrones, y creo que es ya marca de la casa de Telltale, ese convencionalismo no existe. Si todo parece que va a ir mal, estad seguros de que irá mal. Habrá a quien esto no le guste, pero creo que ya va siendo hora de que los juegos que nos traten como adultos sean la norma.
El único problema y donde realmente pierde el juego es en la parte de optimización y tecnología. Es bastante habitual que el juego sufra de ralentizaciones o incluso parones. A pesar de ellos, se puede disfrutar igual del juego, ya que no son demasiado graves, pero enturbia una experiencia que por lo demás es sobresaliente. Y que aún hoy, una compañía tan conocida como Telltale, no haya tenido tiempo de desarrollar un motor acorde al año en el que estamos, me parece increíble.
Pero como digo, al no afectar demasiado, se quedan en segundo plano; pero no deberían existir. Afortunadamente, la calidad de la trama y la potencia del apartado artístico no dejan mucho tiempo a reparar en los problemas técnicos. Pero es la pequeña línea que separa los juegos de Telltale del lugar en el que deberían estar, considerando todos los demás elementos.