Lo que parecía imposible hace unos años ha ocurrido: el miedo regresa al mundo de los videojuegos. Un retorno en el que no han tenido que ver Capcom, Konami u otros nombres destacados de la época dorada del Survival Horror sino que debemos agradecer a la escena independiente. Amnesia: The Dark Descent abrió la veda, luego llegaron Slender, la segunda parte del propio Amnesia y el más reciente Outlast. A estos se une ahora Daylight, desarrollado por Zombie Studios y disponible para PC y Playstation 4 desde el pasado 29 de abril.
Por desgracia, no puede decirse que esta vuelta del Survival Horror esté siendo triunfal. Después de un prometedor inicio, el género parece haber caído en una peligrosa dinámica de repetición de mecánicas y de absoluta falta de novedades de la que probablemente Daylight sea el mejor ejemplo, pues casi lo mejor que se puede decir de él es que estamos ante una composición a base de retales tomados de los juegos antes nombrados y que esgrime como principales bazas, para que el copy & paste no resulte demasiado descarado, la utilización del Unreal Engine 4 y la generación aleatoria de escenarios.
Así, nos encontramos otra vez ante una “terrorífica” aventura en primera persona dentro de un recinto abandonado en la que, una vez más, las claves de la experiencia se basan en la exploración, los sustos, la atmósfera oscura y agobiante… y en correr mucho, porque, como viene siendo habitual en esta nueva oleada de survivals, no disponemos de armas, ni de la posibilidad de realizar ataques de ningún tipo con los que hacer frente a los entes paranormales que nos acosarán.
La historia también nos recuerda a la de otros juegos más de la cuenta. Comenzamos con la protagonista, Sara Gwynn, despertándose en la recepción del hospital Mid Island Bay, cerrado hace años y situado en la isla de New Kipling. No tenemos idea del pasado de la chica, ni tampoco cómo ha llegado allí. Lo que sí tardamos poco en saber es que no estamos del todo solos dentro del recinto.
De está manera, móvil en mano, nos adentramos en los oscuros pasillos y estancias del hospital (que también fue utilizado durante un tiempo como prisión) para averiguar los macabros secretos que encierran sus muros; y no digo una palabra más a ver si voy a acabar revelando más de la cuenta.
Lo del móvil no es un comentario superfluo ni mucho menos, ya que el smartphone constituye una herramienta indispensable en la aventura. De un lado se usa como linterna. También sirve de mapa, que se irá dibujando conforme vamos avanzando por cada zona, y de brújula. Por último, a través del teléfono recibimos las enigmáticas llamadas de un desconocido que, sin embargo, parece saber mucho sobre Sara.
El otro elemento fundamental en la jugabilidad son las barras luminosas y las bengalas. Las primeras proporcionan más luz y nos permiten ver las huellas que vamos dejando. Las segundas, en cambio, son la única forma que tenemos de ahuyentar a los espectros con forma de mujer vestida de época que «amenizarán» nuestro recorrido y cuyas apariciones y agresividad aumentarán progresivamente conforme vamos avanzando en el juego.
Como no podía ser de otra manera en un juego que se tache de survival, la disponibilidad de los objetos antes mencionados, especialmente de las bengalas, es limitada, por lo que habrá que ser cautelosos y reservarlos para las situaciones en que los espectros estén realmente inquietos.
Daylight tampoco aporta innovación alguna en su mecánica de juego, que acaba haciéndose monótona a más no poder. Todos los niveles constan digamos de dos partes. La primera de investigación, donde recorremos los laberínticos escenarios buscando recortes de periódico, notas manuscritas y otros documentos que nos den información sobre los extraños sucesos acontecidos en el hospital. Necesitamos recopilar un número determinado de pistas para que se materialice la “llave” para salir del nivel, y lo pongo entre comillas porque los objetos que sirven para romper los sellos de las puertas poco tienen que ver con una llave (una muñeca, unas tijeras, un osito de peluche…).
Una vez con la llave en nuestro poder comienza la segunda parte, que podríamos llamar de “escape”, en que debemos llegar desde el punto donde encontramos la llave hasta el lugar del mapa donde está salida. Son los momentos más tensos de todo el juego ya que al importante aumento de la actividad paranormal que se produce en estas secciones se une la imposibilidad de usar bengalas para librarnos de los perseguidores.
Ya hemos dicho antes que los escenarios se generan aleatoriamente con cada partida, lo que, al menos a priori, debería darle al juego un importante plus de rejugabilidad; pero la verdad es que no lo hace. Aunque la aventura dura tan solo unas dos horas, se hace tan repetitiva y aburrida que el hecho de poder encontrarnos con mapeados, e incluso con localizaciones, totalmente distintas no supone demasiado aliciente para animarnos a completar el juego más veces.
Igualmente, la utilización del Unreal Engine 4 no constituye ninguna tabla de salvación para el título. Más allá del componente publicitario, el uso de la última versión del motor de Epic Games es meramente anecdótica, pues no encontramos ni por asomo en Daylight un apartado gráfico rompedor o que signifique algún salto cualitativo técnicamente hablando.
En definitiva, estamos ante un juego muy modesto que durante un rato cumple con su objetivo de mantenernos en tensión y de hacernos pegar algunos botes en la silla pero que, al poco tiempo, pierde casi todo el interés debido a lo predecible de las situaciones y a la repetición de planteamientos que estamos hartos de ver ya en otros juegos.
Para los que no hayan jugado antes a ninguno de los títulos citados en el reportaje, Daylight sí que puede resultar una experiencia interesante, aunque puestos a iniciarse en el género recomendaría desde luego empezar con Amnesia o con Outlast antes que con este. Si, en cambio, eres un jugador curtido en esto de pasar miedo a los mandos, la obra de Zombie Studios no tiene mucho que ofrecerte más allá de una nueva ración de “más de lo mismo”.
Esperemos que juegos que ya se vislumbran en el horizonte como The Evil Within, Kodoku, Grave o The Vanishing of Ethan Carther consigan sacar al género del estancamiento en que parece haberse sumido y eviten que este renacer del Surivival Horror acabe siendo solamente una moda pasajera.