Jetpac es de esos juegos que emana una esencia añeja por todos sus bits, uno de los estandartes de uno de los sistemas más clásicos que podemos recordar, el ZX Spectrum. Un señor juegazo que nos llegó de la mano de los entonces recién iniciados Ultimate Play The Game, más conocidos actualmente como Rare.
Es posible que hoy en día los gráficos de este juego nos llamen la atención y no precisamente para bien, si no que puede que haya a quien le den dolor de cabeza. Pero qué queréis, era todo lo que permitía la limitada potencia de ZX Spectrum, y a pesar de ello os puedo asegurar que el acabado de este juego era uno de los más espectaculares de la época. Esos fondos lisos y negros acompañados de unos elementos cuyo colorido era más chillón y estridente que el de los vestidos de la famosa y psicodélica marca cuyos anuncios suelen generar tanta controversia.
Como de los gráficos poco más podemos decir, y si no me creéis, echad un vistazo a los pantallazos del juego, vamos a seguir hablando del resto de características del juego. Olvidaos del argumento, porque no lo hay, aunque sí que podremos disfrutar de una linealidad o lógica temporal que será la que nos mueva a seguir avanzando escenario tras escenario. Así que en esta pseudo-historia (por llamarlo de alguna manera) tomaremos el control de un astronauta bautizado para la ocasión como Jetman (en los 80 iban sobrados de originalidad) que debía reparar su cohete para poder ir de un planeta a otro.
Este hilo argumental, que no argumento, influenciaba a la jugabilidad general haciendo que nuestra misión consistiese en encontrar las distintas piezas de nuestro cohete que se encontraban esparcidas por todo el escenario. Aunque lo lógico sería pensar que una vez montado el cohete ya podemos marcharnos del planeta no es así, antes de despegar debíamos recargar el combustible de la nave, así que después de encontrar todas las piezas de la nave nos tocaba buscar el combustible necesario para poder despegar.
Y esta es más o menos la mecánica que deberemos repetir escenario tras escenario, planeta tras planeta, o casi. El cohete reconstruido nos será útil durante cuatro planetas, lo que implica que al llegar al quinto planeta cada vez que hayamos reparado nuestro vehículo deberemos volver a reconstruirlo para poder seguir avanzando. En las fases que tienen lugar entre las que deberemos hacer las reconstrucciones tan sólo deberemos realizar la búsqueda de combustible, el cual se agotará cada vez que aterricemos en un nuevo planeta.
¿Pues parece sencillo, no? Puede que sí, porque la mecánica de coger las piezas del cohete o las unidades de combustible es tan simple como pasar sobre ellas y dejarlas caer o llevarlas hasta el punto concreto donde se encuentra la base del cohete. El tema es que a pesar de su sencillez deberemos tener en cuenta que habrá una serie de obstáculos que deberemos sortear si no queremos acabar mordiendo el polvo espacial. Lo bueno es que para poder hacer frente a estos objetos que irán a una velocidad más que considerable podemos volar/planear haciendo uso de nuestra mochila-jetpack (de ahí el nombre del juego, lógicamente) y de la súper-arma láser con la que no habrá nada que se nos resista.
Por cierto, que se me olvidaba, las pantallas en las que jugaremos serán estáticas, de estas que si te vas hasta la izquierda del todo terminas apareciendo por la derecha y viceversa. Los objetos voladores que nos atacaran en principio no tienen esta habilidad, pero sí el láser que disparamos para acabar con ellos.
Y poco más que contaros por hoy, simplemente que espero que seáis conscientes que estamos ante una auténtica pieza de museo. Ya sabéis, de esas de hacerse el enterado cuando se está frente a ellas.