El ecuador de la temporada final ya está entre nosotros. Uno de los momentos más esperados de la serie, que cumple con creces. Crítica Juego de Tronos 8×03.
Tras un transitorio Juego de Tronos 8×02, que nos dejaba con la batalla a punto de empezar, por fin hemos podido vivir la lucha más importante de todo Poniente. La luz contra la oscuridad. La vida, contra la muerte. En nuestra crítica Juego de Tronos 8×03 vamos a contaros, sin spoiler, qué nos ha parecido.
Se acabaron los preámbulos
Llevábamos dos episodios algo lentos y con poca novedad, pero eran necesarios. Quizás en uno solo se podía haber quitado todo eso, pero lo cierto es que nos ha servido para poner todas las cartas sobre la mesa y ahora, tras la gran batalla, pensar qué puedo ocurrir.
Porque lo gordo de la temporada ya está aquí, culpable. El ejército de los muertos ha llegado a Invernalia. Los Dothraki, los Inmaculados y el ejército de Invernalia están preparados para lo peor, para hacer frente a la gran guerra. Nunca antes se vio un ejército igual. Y la verdad, parece que no van a poder hacer nada.
Ya no hay tiempo para discusiones. Ya no se pueden mantener conversaciones en las que Sansa le muestre su rechazo a que el Norte hinque la rodilla. Tampoco hay tiempo para que Daenerys piense en eso de que no es la heredera legítima. Porque ahora los títulos no importan, solo la vida.
De hecho, podemos ver como la introducción del capítulo está ligeramente cambiada. Esta vez, los cuadrados del tablero que representan al ejército del Rey de la Noche, vemos como ya están llegando a Invernalia, que se alza tras las defensas sobre el terreno preparadas.
Vida conta muerte. Luz contra oscuridad
En el episodio reina la oscuridad. Comienza con un plano secuencia que pasa de Sam a Tyrion, y se nos muestran a personajes importantes de fondo, haciendo sus cosas. Generalmente se hace un barrido sobre dónde va a estar cada personaje importante y se nos muestra el músculo del ejército de los vivos, en una imagen que, ciertamente, quita el hipo.
Y poco tiempo más de preámbulos, porque la batalla comienza y dura el resto del episodio, que os recordamos que supera la hora y quince minutos. Se hace mucho uso de la oscuridad frente a la luz, que desprende el fuego. El frío también tiene presencia en el episodio, recordándonos que esto es una canción de hielo y fuego, y todos son bailarines
Vemos a Gusano Gris, al Perro, a Brienne, a Beric, a Jaime, a Davos, a Jorah, a Sansa, a Arya, a Tyrion… todos aquellos personajes que hace tan solo un capítulo estaban celebrando, ahora están preparados para una batalla sin cuartel. Cualquiera puede morir, y ellos lo saben. La tensión se respira en el ambiente, y la cara de los personajes refleja el miedo, el pánico, ante lo que se avecina.
Lo cierto es que poco más se puede hablar del episodio, pues sería entrar en spoilers y no hay nada más allá de la batalla. Podemos decir que se humanizan muchos personajes, como Gusano Gris o Arya Stark, que no siempre parecen humanos, pero en estos momentos se ve que sí. Podemos ver también la fragilidad de unos personajes frente a la fortaleza de otros, y ver como la muerte nos humaniza a todos.
Por lo demás, deciros que estoy escribiendo esto con las manos temblorosas. No sé si se puede decir que es el mejor episodio de la serie, pero sin duda muy pocos le pueden disputar eso. En lo personal, creo que solo dos episodios me han dejado en este estado de nerviosismo al terminarlo, y solo uno me ha hecho gritar como lo ha hecho este. Las escenas que vemos, la magnitud de la batalla y la representación de ésta, corta la respiración. Pero no puede terminar estas líneas sin hacer mención a la más que sobresaliente banda sonora, sin duda uno de los puntos claves del capítulo.
Valar Morghulis, culpables.