El legendario John Romero vuelve a la carga con un título muy especial. Descubre si está a la altura con este análisis de Empire of Sin.
El desarrollo de Empire of Sin es un camino de muchos baches con un montón de años de dedicación. John y Brenda Romero han querido derrochar ambición y talento en una experiencia indie que recoge lo mejor del género de los juegos de estrategia por turnos. Con este análisis de Empire of Sin hemos descubierto una joya que no dejará a nadie indiferente, sobre todo si es un amante del cine negro.
Se el más capo, culpable
La premisa es sencilla. Años 20, Chicago, ley seca. Estos tres ingredientes forman el cóctel en el que los Romero nos sueltan, pudiendo escoger entre una multitud de gánsteres famosos de la época para formar nuestro imperio en uno de la ciudades más peligrosas de los Estados Unidos. Se da mucha cabida a todo tipo de organizaciones criminales. Desde Al Capone, las familias de Irlanda y Escocia, así como las bandas provenientes de México y los bajos fondos de la comunidad afroamericana.
Nada más empezar una Nueva Partida nos toca escoger a un gánster, el cual tendrá una serie de bonificaciones y habilidades especiales, y se nos soltará en la calle con un pequeño negocio. A partir de aquí tendremos que ser hábiles para sacar adelante nuestro imperio alcohólico, ya seamos duchos en el arte de la negociación o manchándonos las manos con la sangre de quien se nos cruce.
Tener una lista de contactos que nos chiven información suculenta, mantener a la policía fuera de nuestros negocios, establecer pactos comerciales con otras bandas… Hay infinidad de variables a tener en cuenta para que nuestro imperio salga adelante. Sin embargo, aunque pueda parecer abrumador en un inicio, enseguida comprobaremos que todo está solventado de forma súper sencilla y cómoda. No tiene nada que ver con experiencias como Crusader Kings, sino más bien que todo este sistema se apoya en lo visto en juegos como Mount & Blade.
Contenido histórico pero apoyado en la ficción
Aunque la mayoría de gánsteres y personajes que vemos aquí existieron de verdad, todo lo demás que nos rodea nos sugiere a series y cine sustentado en las mafias. Es tan fácil de percibirlo como escogiendo a los Donovan, por ejemplo, y ver que hay mucha influencia en la IRA o los Sons of Anarchy de Belfast. La forma de hablar, intereses, preferencias a la hora de combatir… Todo parece estudiado a partir de estos medios. Así sucede con todas las familias criminales, viendo apelaciones incluso en películas como El Padrino o Peaky Blinders.
Es por eso que si eres amante de este tipo de ficción, Empire of Sin va ser para ti todo un caramelito. La libertad que nos deja para extender nuestro negocio capital hace de este juego la experiencia más parecida a ser el protagonista de una de estas tantas obras famosas. Qué decir, que incluso si nos fijamos de nuevo en Peaky Blinders, aquí nos sentiremos más como Tommy Shelby que en el propio Peaky Blinders: Mastermind.
Aprendiendo de los mejores: Firaxis
Por suerte, al menos para el menda aquí redactando, Empire of Sin no es una experiencia puramente de gestión. De hecho, en relación al resto de contenido es quizás lo más superfluo. El quid del videojuego se apoya en los combates por turnos, fijándose al extremo en el reboot de XCOM. De la obra magna de Firaxis se queda con lo mejor: Su inteligente sistema de turnos, la división territorial por cuadrícula, las probabilidades y la personalización del equipamiento y habilidades para llevar cada matón a nuestro gusto.
A mayores, los Romero han introducido pequeñas mecánicas y arreglos que hacen que los combates sean más satisfactorios. Por una parte, cada batalla no se establece en una «dimensión» aparte como suele ser lo usual en el género. Con la tecla CRTL podremos entrar y salir del «Modo Batalla» siempre que no hayamos iniciado un conflicto. Esto en un mecanismo la mar de útil, pues nos permite atacar a quién queramos por la calle o dentro de cualquier edificio, dando lugar a bonitas emboscadas desembocando en matanzas dignas de cualquier película de gangters.
Por otra, la inclusión de estados hacen que las partidas tomen un componente de azar superior y bienvenido. Algunos tipos de ataque o situaciones que ocurran pueden dinamitar la psique de los personajes. Esto se traduce en que puedan quedar paralizados, desangrándose, envenenados o aterrorizados. El terror es quizás el estado más sugerente, puesto que hace que los personajes actúen de forma totalmente aleatoria. Me ha pasado desde que me huyan del combate a que maten a todos los enemigos en un turno con críticos con el triple de daño.
Del garrafón al whiskey de primera clase
El elemento capital en Empire of Sin es el alcohol. Estamos en los años 20 y la ley seca hace que llevar un bar o una destilería sea todo un deporte de riesgo. Por ende, aquel que tenga mayor capacidad de producción, de destilar la mejor calidad y de distribución del líquido de oro naranja, tendrá los bolsillos más llenos. Con esta premisa, tendremos que ir asaltando todo edificio que nos salte al paso por la calle, ya sea para hacernos con él a golpe de billete o a balazos. Una vez sea de nuestra posesión, podremos convertirlo en un negocio donde sacarle partido al alcohol y convertirlo en bonitos dólares.
Cada edificio del que echemos mano podremos transformarlo en burdeles, casinos, bares, destilerías, pisos francos y hasta hoteles. Todos sirven para el mismo propósito: hacer dinero, aunque el proceso sea diferente en cada uno. Si nos fijamos en los burdeles, destinar fondos en poner el local bonito, sobornar a la policía para que no investigue la dudosa procedencia de las chicas o invertir en publicidad será imperativo para que el negocio atraiga más clientes.
Las destilerías funcionan diferente ya que su objetivo es producir el alcohol y no el dinero en sí. Aquí tendremos que tener en cuenta otras cosas, como la capacidad de almacenaje, la calidad del líquido producido o la seguridad, contratando matones para que protejan el sitio de posibles asaltos de la competencia.
Chicago en la palma de nuestras manos
Algo que me ha sorprendido mucho ha sido la escala y la forma de interactuar con el escenario. Chicago se divide en barrios con multitud de edificios en los que podemos entrar para hacer un montón de cosas. Con la rueda del ratón podremos ajustar el zoom, de manera que podemos recorrer en 3D la ciudad con el ratón a nuestro antojo o transformarla en un mapa tridimensional para desplazarnos más rápidos entre los puntos de interés.
Todo esto lo hacemos en tiempo real, sin cargas de por medio y sin perder el control de nuestros personajes en ningún momento, lo que me parece una proeza técnica interesante. No obstante, imagino que para llegar a esto se ha tenido que sacrificar en otros campos. Cosas, como las animaciones, son bastante robóticas y el repertorio es escaso, repitiendo todos los personajes las mismas, lo que les resta la personalidad conseguida mediante la fuerza artística.
Un mal que arrasa también en el apartado técnico. El juego viene bastante cargadito (al menos, en esta versión de preview) de bugs y de los que nos hacen fruncir el ceño. Por ejemplo, he tenido que tirar a la basura dos campañas porque en una se me corrompieron las misiones secundarias y en la otra, directamente, los guardados. Ya «ingame» hay cosas menos graves pero igual de molestas, como que los personajes se queden congelados.
Sí, Romero, esto no es un nuevo Daikatana
Pues parece que gracias a Brenda, John ya puede quitarse una losa que tantos años llevaba encima. Empire of Sin es un juegazo. También lo mejor que nos va dejar en el género de la estrategia por turnos en esta generación. Su facilidad de colarnos un montón de mecánicas de gestión sin que se hagan pesadas y sean sencillas de asimilar, sumado a la reformulación del sistema de combate de Firaxis con detalles que lo potencian mucho, hacen de este juego una joya a la que debéis tenerle el ojo puesto, culpables.
Su nivel de interacción es tal, que hasta podremos editar las opciones de cada campaña. Escogiendo así el número de barrios a conquistar, bandas rivales y la dificultad de los combates. Una pena que a nivel técnico y gráfico no acompañe, siendo la repetición de modelos de enemigos, lo austero de sus animaciones y la rica colección de bugs, problemas que igual echen atrás a más de uno. Desde luego que yo no soy uno de ellos.
Empire of Sin me ha encandilado, pese a que sus problemas no se puedan obviar. Lo que si está claro es que puedo afirmaros que estamos ante uno de los mejores juegos para despedir el año, culpables.