Hemos ido en busca del pececillo azul y te traemos la crítica de Buscando a Dory, la nueva película de Disney Pixar, secuela de Buscando a Nemo. Este largometraje de animación ha recaudado ya más de 186 millones de dólares en todo el mundo y hoy se estrena en España. Aprovechando que los niños terminan el cole, qué mejor plan que pasar una tarde fresquita en el cine disfrutando de una película en familia, para todos los públicos y que gustará a grandes y pequeños.
Nos ponemos en situación. Dory se encontró con Marlin en la anterior película y desde entonces vive con él y Nemo. Por sus pérdidas de memoria a corto plazo, ella cree que se ha olvidado de todo, sin embargo, pequeños flashbacks de su pasado le recuerdan que tiene una familia y piensa encontrarla. Este es el punto de partida de la nueva aventura donde iremos viendo a personajes ya conocidos, como Marlin y Nemo, el maestro Raya o Crash, la tortuga marina.
A lo largo de la historia conoceremos a nuevos amigos de los protagonistas que encajarán perfectamente en el tono marcado por la anterior película y que se mantiene en Buscando a Dory. Un pulpo con miedo a mar abierto, unos leones marinos algo trastocados de la azotea, un colimbo (especie de ave acuática) ido que aportará más de lo que pensamos o un tiburón ballena con problemas de visión.
Los gags siguen la misma estela y el fuerte de cada personaje se mantiene. Marlin sigue siendo precavido y cauto, Dory sigue sin tener miedo a nada y haciendo de las suyas sin pensar y Nemo esta vez, en realidad queda relegado a un papel más secundario.
Vemos en esta película una fórmula similar a Buscando a Nemo: pez se pierde, acaba en un recinto regentado por humanos, encuentra nuevos amigos dispuestos a ayudarle y vive situaciones de aventura que le llevan hasta el objetivo de su viaje. Pero que la estructura se repita no quiere decir que aburra o resulte sobrante, todo lo contrario.
Nos encontramos ante una película muy divertida y llena de acción, en la que a lo largo de una aventura se van encontrando obstáculos y estos, te mantienen en vilo por ver la resolución a los mismos por parte de los protagonistas. Pero tal vez, lo que más llene de Buscando a Dory es el punto tierno y emotivo, más aún que en la primera parte. No solo nos encontramos con el deseo de recuperar a alguien perdido, también nos enfrenta a una ganas de superación, sensaciones de culpa, de nostalgia y lo más positivo de todo, de no perder nunca la esperanza.
Vemos un nuevo mensaje sobre el impacto de los humanos en la vida de los animales en Instituto Vida Marina que aparece en la pelicula. Bajo un lema que aboga por la liberación sonando continuamente, se deja ver que en ningún momento pasa algo así, más bien, los enjaulan para la exhibición o son transferidos a otro acuario. Nos hace replantearnos si a veces hacemos más mal que bien a los animales cuando intentamos ayudarles.
Todo esto con un apartado técnico obviamente muy mejorado y precedido de un corto de animación, Piper, muy simpático de ver. Y cómo, una escena poscréditos que no os podéis perder. La recomedación en esta crítica a Buscando a Dory es sin duda, que la veáis.