Condenados al Olvido – Clive Barker´s Jericho

Seguro que si preguntáramos por MercurySteam, a la mayoría de culpables se os vendría inmediatamente a la cabeza la serie Castlevania: Lords of Shadows, que pronto culminará con una seguda entrega que ya nos tiene con el Hype por las nubes. Sin embargo, antes de revitalizar la saga de cazavampiros de Konami, el estudio español (de San Sebastián de los Reyes para más señas) hizo su debut en la presente generación con Clive Barker´s Jericho, FPS de corte sobrenatural que, aunque en su momento pasó sin pena ni gloria, atesoraba la calidad suficiente como para ser una opción muy recomendable para amenizar estas largas tardes de verano en las que a veces hay demasiado tiempo libre.

Sin duda, la piedra angular sobre la que se cimenta Jericho es su elaborado argumento. No en vano, detrás del mismo se encuentra Clive Barker, autor de Hellraiser y uno de los representantes más reconocidos del género de terror y fantasía de las últimas décadas.

En contra de lo que indican los textos bíblicos, antes de crear al hombre, Dios creó a un primer ser, conocido como el Primogénito, al que dotó de tanto poder que pronto se arrepintió de su acto. Ante la imposibilidad de destruirlo, Dios desterró a su vástago en otra dimensión llamada Prixys. Pero el poder del Primogénito era demasiado grande para permanecer encerrado y así, a lo largo de la Historia, ha regresado a nuestro mundo en varias ocasiones. Cada vez que esto ha ocurrido, un valiente grupo de guerreros ha conseguido devolverlo a su prisión pero con el alto coste de que el Primogénito se llevara consigo al Prixys una parte de nuestro mundo. Ahora, el Primogénito ha regresado más poderoso que nunca y nos corresponde a nosotros, el comando Jericho, librar la batalla definitiva para salvar a la humanidad.

Pero claro, de poco sirve un argumento sobresaliente si no se lleva a la pantalla adecuadamente. En este sentido, MercurySteam realizó un trabajo excepcional a la hora de dar vida a la historia y a los diseños artísticos de Clive Barker. Oscuros pasadizos, parajes arrasados, lúgubres catacumbas y otros entornos de pesadilla se plasman de forma notable creando una atmósfera opresiva y agobiante. ¿Y qué decir de las criaturas que pueblan estos escenarios?… auténticos engendros demoníacos que nos harán preguntarnos de qué clase de mente perturbada pueden salir semejantes aberraciones.

Esta ambientación terrorífica se ve reforzada por una banda sonora que está a la altura de la de cualquier gran producción y, sobre todo, por un excelente doblaje al castellano en el que destaca el trabajo del mítico Alfonso Vallés (que siempre será recordado por doblar a Snake en el primer Metal Gear Solid).

Por desgracia, hasta aquí llegan los elogios. A pesar de su genial argumento y de su magnífica puesta en escena, una vez entramos en materia, el juego presenta defectos de importancia que terminan por deslucir el resultado final.

La base jugable del título se centra en la cooperación entre los siete (bueno en realidad seis) personajes que componen el comando Jericho. Cada uno de ellos posee armas y poderes sobrenaturales distintos, de manera que la clave del éxito está en seleccionar al personaje cuyas características sean más idóneas a cada situación. La idea, sin ser original, sí que resulta muy interesante aplicada a un Shooter. La posibilidad de alternar entre los integrantes del comando es muy satisfactoria al principio, cuando hay pocos enemigos. Pero cuando la cosa se complica (lo cual no tarda demasiado) el sistema de cambio se revela caótico y frustrante provocando momentos de auténtica desorientación, lo que hará que perdamos la vida en más de una ocasión. A pesar de todo, con la práctica, uno se acaba acostumbrando y el caprichoso sistema de cambio no acaba influyendo excesivamente en la calidad de la experiencia.

Pero si lo dicho en el párrafo anterior puede llegar a resultar perdonable, lo que no tiene excusa ni justificación alguna es el hecho de que, a pesar de que la mecánica se fundamenta en el trabajo en equipo, no hay ninguna opción de juego cooperativo, ni en la misma consola ni en línea. Tampoco incluye modo online competitivo, con lo cual una vez terminada la aventura principal pocos alicientes nos quedan para seguir jugando. Es cierto que el juego incluye un buen puñado de extras en forma de bocetos o fichas personajes, pero nada como un buen modo online para alargar la vida útil de un videojuego.

La IA de los miembros del equipo Jericho, cuyo control no tengamos asumido directamente, así como la de los enemigos también dista mucho de estar todo lo trabajada que debiera. Los primeros serán muchas veces más un estorbo que una ayuda, haciendo caso omiso de nuestras órdenes y comportándose de forma suicida. Los segundos, haciendo honor a su apariencia, se comportan de un modo totalmente irracional, siendo su única estrategia avanzar en tropel hacia nosotros en plan kamikaze.

El juego también peca de monótono y repetitivo. Aunque, como hemos dicho antes, los escenarios están muy bien recreados, la mecánica se reduce a avanzar por el camino prefijado limpiando una zona para pasar sucesivamente a la siguiente. Aunque se incluyen algunos QTE para dar más variedad, lo cierto es que se echa de menos la inclusión de rutas alternativas y de una mayor libertad de movimiento.

Control caótico, inteligencia artificial de encefalograma plano, pasillero… No obstante, aunque es cierto que el juego tiene puntos casi tan oscuros como su macabro argumento, la sensación final que queda después de jugarlo es bastante positiva. Si te gustan las buenas historias de terror sobrenatural, no te obsesiona el juego online, te apetece probar un shooter “diferente” y eres capaz de perdonar sus defectos, en Clive Barker´s Jericho encontrarás todo un diamante en bruto al que le faltó un buen pulido para estar entre los grandes de la generación. Si a esto le unimos que el juego puede encontrarse perfectamente a precio de risa (recientemente he visto la versión de Xbox 360 a 4€ en una tienda de segunda mano y en Steam lo tienes a 4,99 para PC), ya estás tardando en conocer al Primogénito.