Escuadrón Suicida – Crítica

El 5 de agosto estaba marcado en rojo en los calendarios de muchos cinéfilos aficionados a las adaptaciones de cómic a la gran pantalla. Era el día de la llegada de Escuadrón Suicida, una película que abre el universo cinematográfico de DC Comics fuera de las películas de Superman (y Batman). Una película que, a pesar de ser más entretenida de lo que hacía entrever su manipuladora promoción, fracasa en rotundo en crear una dinámica absorbente que deje al espectador sin respiración.

Los primeros minutos de Escuadrón Suicida dejan claro los términos de la propuesta de David Ayer, responsable (a pesar de que ahora quiera escurrir el bulto) de este espectáculo sin sentido. En una aburrida presentación, los personajes van apareciendo en pantalla como si fuera un programa de televisión de gladiadores casposos. 

Ayer no se corta un pelo en dar un absoluto protagonismo a dos de ellos: Deadshot, interpretado por Will Smith, al que su carisma vuelve a salvar de una flojísima actuación, y Harley Quinn, una Margot Robbie que, a diferencia de su Jane en Tarzán, brilla con luz propia. Sin embargo, el guion, también firmado por el director, ignora por completo a todos los demás personajes que forman el variopinto grupo de villanos, demostrando la poca importancia que les da Ayer. Están porque tienen que estar. La introducción de Deadshot y Quinn son injustamente largas y otros personajes carecen directamente de ella.

Aunque Quinn es lo mejor de la cinta, afortunadamente no se encuentra sola. Suerte que pasaba por allí Viola Davis para dar réplica a la desquiciada psiquiatra y componer una Amanda Waller poderosa, obsesionada de alguna forma con los metahumanos y teniendo la situación bajo control en casi todo el momento. El resto del reparto femenino no tiene el mismo peso. Cara Delevingne no sabe en ningún momento qué hacer con su Enchantress y se limita a poner cara de oler a quemado en sus escenas como bruja CGI, y no será por tiempo que aparece en pantalla. Por otro lado, el rol de Karen Fukuhara (Katana) es totalmente intrascendente.

En cuanto a los chicos del Escuadrón, poco hay que destacar. Los pocos minutos en los que Deadshot no es protagonista apenas deja que se conozca la motivación e historia del resto de personajes. Siguiendo un símil futbolístico, los miembros restantes son como los jugadores que salen en el minuto 88 perdiendo por 4-0. Se sabe que han jugado porque se puede leer en las estadísticas. Lo mismo ocurre con Capitán Boomerang, Killer Croc y El Diablo: han aparecido en la película, pero su papel es tan limitado que no afecta al resultado final y al lado de su nombre tan solo se puede escribir un “sin valoración”. Nadie se acordará de ellos si no mira el póster.

Del Joker de Jared Leto sí que se guardará recuerdo. Malo. Muy malo. La primera vez que se vio la apariencia del personaje saltaron todas las alarmas. El cuerpo lleno de tatuajes, el chándal, los empastes o el oro recordaban más a un cabecilla del distrito madrileño de Las Barranquillas o a un trasnochado rapero de los 80 que al amado villano de Gotham. La actuación de Leto confirma el desastre y no tiene tan poco tiempo en pantalla como se asegura. No está a la altura en ningún momento de los otros Joker vistos en la gran pantalla. Al igual que Ayer, el actor se queja de la tijera de Warner, pero muy bien tiene que estar en las escenas que se han dejado atrás para que su interpretación se acerque al simple pasable. El Joker del Escuadrón Suicida parece más un gangster venido a más que un villano inteligente y psicópata, tal cual dicta la personalidad del personaje.

A pesar de todo, y si no te has echado atrás, Escuadrón Suicida tiene momentos pasables y se convierte en lo más potable que ha hecho Warner procedente de los tebeos de DC desde el Batman de Nolan. No es decir mucho, la verdad. Las películas de Superman son peor que un dolor de muelas, pero la cinta que nos ocupa puede ser un entretenido pasatiempo veraniego sin ninguna pretensión. El guion, quizá por los recortes y la poca libertad de la que se queja Ayer, hace aguas se mire por donde se mire, y la cinta baja estrepitosamente a medida que se llega el final, pero las escenas de acción están bien conseguidas, y si no se tiene en cuenta lo inapropiado de la banda sonora (no por su calidad, sino por los momentos en los que suena), Escuadrón Suicida se deja ver.

Víctor Ayora

Juego descoordinado, por lo que solo puedo escribir. Esa película es buena si yo lo digo.

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