Sony lo ha petado en los números de 2016, ha sacado varios juegos molones y ha prometido otro buen puñado de mejores aún. ¿Pero acaso todo es tan bueno como parece ser?
Este no es el típico artículo que todo sonyer en esta situación se esperaría leer tras este año. Sí, Sony ha mandado en el mercado en 2016, ha cosechado un impresionante número de cifras y de ventas, parecen en racha con cada cosa que anuncian y su catálogo no solo está muy bien sino que promete mejorar exponencialmente.
Todo eso es debatible y, como todo, tremendamente subjetivo. Pero al menos es la percepción general. Pero tengo una pregunta rondando en mi cabeza desde este pasado E3: Sony, ¿a dónde demonios quieres llegar?
Por el momento me guardaré el cuchillo para más adelante, empecemos por el principio, por lo evidente, por lo que todos sabemos. A nivel de números y de recibimiento, Sony se ha pasado 2016 en modo difícil y ha conseguido el Platino. Las ventas de Playstation 4 no paran de crecer y nos llegó la noticia, hace apenas unas semanas, de que ya había pasado la barrera de las 50 millones de unidades vendidas, que se dice pronto. Soñar es gratis, y no parece ninguna locura pensar que a lo largo de su vida útil toda la familia de PS4 conseguirá equipararse con las ventas (que no importancia, catálogo o relevancia) de Playstation 2.
Y es que ahora entramos en otro juego, porque esa ha sido otra. La Playstation 4 no solo ha sido durante casi todo el año (salvo honrosas excepciones protagonizadas por Xbox Slim y NES Classic Mini) la primera en las listas de ventas, sino que además Sony ha sacado a la luz no una, sino dos adaptaciones de su consola: PS4 Slim y PS4 Pro. Aquí es cuando comienzan las luces no tan brillantes a generar sombras que quizá sí son más oscuras.
La Playstation 4 Slim surge casi como un compromiso tradicionalista: todas las consolas de Sony reciben tarde o temprano su versión delgaducha con alguna que otra revisión. Era de esperar y era lo esperado por el público. Esto no sorprendió a nadie.
El problema llega con la Playstation 4 Pro. Ojo, no es que Playstation 4 Pro sea el problema, es que la existencia de Playstation 4 Pro es la prueba de que hay un problema.
Os voy a desvelar un secreto: esta generación es una generación «fallida». La Octava Generación no alcanza ni probablemente alcanzará el peso de importancia que adquirió su predecesora con Playstation 3 y compañía o cualquiera de las anteriores. Desde el comienzo se veía que esta nueva generación era necesaria (Playstation 3 cruzó el límite de todo lo posible con The Last of Us), pero no era como “una nueva generación”.
Es una generación de transición. Una para salir del mal momento socioeconómico pero que necesitaba un avance. La Playstation 4 Pro evidencia, más si cabe, esta circunstancia, y surge como respuesta de Sony a ese arqueo de ceja que empiezan a asomar entre los que llevamos por estos lares unos cuantos años. Pero no dejo de pensar que es casi una prueba del «complejo de inferioridad» de los japoneses y la búsqueda constante de atención y de ser líderes, casi como un “¡Ey, mirad qué sabemos hacer! ¡Sí chaval, somos los mejores!”.
Y así surge Playstation 4 Pro: una generación intermedia en medio de una generación de transición. Con una potencia necesaria, según ellos, y que de igual modo nunca competirá de tú a tú en términos de potencia bruta con un buen ordenador.
Mucha gente se enfadó con la nueva aparición de la consola. Otra, como es mi caso, decidió que no importaba si eso no repercutía en la calidad de los juegos finales para la Playstation 4 original. Y otra mucha se alegró pensando realmente que Sony les hacía un favor. Pero no. Sony busca ser el líder, tanto en ventas, como en potencia, como en todo. Un objetivo loable, sin duda. Pero a mí el método de Maquiavelo nunca terminó de parecerme ético.
Aún así Playstation 4 Pro vio la luz y salió mejor de lo que muchos esperábamos. Y aquí sigue a día de hoy conviviendo con la Playstation 4 original. No se pelean entre ellas y parece que a la comunidad no le ha sentado del todo mal.
Veremos cómo continúa esta historia de cara al futuro pero, en este año, las ventas de Playstation 4 Pro se traduce en un incremento aún mayor de las totales de Playstation 4 y en un extra de potencia gráfica que muchos juegos agradecen pero sin perjudicar, o eso parece por el momento, a las versiones de la consola original. Seamos positivos: minipunto para Sony.
Además, en el año donde ha llegado la Realidad Virtual sin precisamente el éxito que unos se pensaban, la compañía también ha dominado el panorama con unas cifras aplastantes con su Playstation VR. Será genial cuando haya unos 5 o 6 juegos decentes que no den vergüenza ajena. Mientras pueden seguir vendiendo lo que quieran.
Ah, y la Playstation Vita está muerta. Intentan ocultar el cadáver desfigurado en algún lado, pero vemos cómo se la comen los gusanos bajo una manta mal puesta. Dicen que alguien la ha visto viva en Japón y con nuevos colores, además gozando de buena salud. No me lo creo. No sabemos si Sony se arriesgará con otra portátil, pero desde luego que esta ha sido algo digno para olvidar en occidente.
Este buen nivel en ventas y la chulería de Sony, así como sus ganas de querer ser superior, ha propiciado tres cosas que se manifiestan en los eventos. Sony no ha convocado uno propio, sino dos. El primero el Playstation Meeting que salió, digámoslo suavementea, regular. Se anunció la dichosa Playstation 4 Pro y la Playstation 4 Slim (tras unas semanas bastante ridículas porque ya se había descubierto todo el pastel con las filtraciones, pero ese es otro tema) pero no dio mucho más de sí.
También tuvo lugar, de nuevo, la Playstation Experience habitual que todo Internet resumió en 4 palabras: “se la han sacado”. Y por aquí es por donde quiero ir: Sony parece una moneda, tiene dos caras completamente opuestas.
Por un lado tenemos la compañía chula, prepotente, con aires de superioridad, que te mira por encima del hombro y rechaza a las otras compañías. Aquella que está interesada en amasar dinero, números, gráficos que muestren un crecimiento.
Pero por la otra cara vemos a los enrollados, a los que saben qué le gusta a la gente y se los da de la mejor manera que pueden, aunque esa manera sea haciendo sufrir un poco. Y lo raro es que, en ambas facetas, Sony lo borda: puede quedar como en una junta de accionistas torpe y llena de números con dinero como el Playstation Meeting donde se obsesionan con “el futuro del videojuego” o pueden dejarse de chorradas y dar lo que queremos: juegos. Y juegos buenos.
Al menos tuvimos la suerte de que en el desempate la moneda cayó de nuestro lado, el de los jugadores, con el E3, donde fue probablemente la mejor compañía del evento. Algo que, siendo francos, tampoco era complicado con el nivel tan paupérrimo que había.
Pero el miedo por la doble personalidad de Sony sigue creciendo. Y más aún cuando pienso en el principal reclamo que nos ha traído a todos hasta aquí: los juegos. Dejando de lado el apoyo de las third parties que como siempre ha sido absoluto y ha dado lugar a juegos excepcionales y sobresalientes como Dark Souls III de From Software y otro buen montón de buenos e interesantes juegos como Overwatch de Blizzard, DOOM de Bethesda, Final Fantasy XV de Square o Tomb Raider de la misma Square, el catálogo que ha propuesto Sony este año ha estado, en mi opinión, bastante bien.
Pido mil perdones por no poner todos los grandes juegos que ha habido este año o al menos los mínimamente reseñables: Salt and Sanctuary, Darkest Dungeon, Stardew Valley, Battlefield 1, Titanfall 2, NBA 2K17… pero ese no es el tema central de este artículo, por mucho que quiera dedicarle unas palabras a todos ellos.
Empezando por, quizá, el más grande: Uncharted 4 de una tal Naughty Dog. Nathan llegó por todo lo alto y ya se ha consagrado como uno de los títulos capitales y más importantes de la historia de Playstation. El 4 ha hecho honor al nombre de su saga y ha vuelto a ser un juegazo.
Otro que también hizo mucho ruido en su momento y en nuestra nostalgia fue el reboot de Ratchet and Clank de Insomniac: una oda a la sencillez y a la diversión que no deberíamos olvidar. Finalmente el año tocó a su fin con la vuelta del hijo pródigo y con una nueva vida que llevábamos una vida esperando: The Last Guardian. El juego soñado de unos y una víctima más del hype para otros, pero todo el que lo ha jugado y lo ha apreciado coincide: es otro juego, en otra lista, otra obra de Fumito Ueda. No quizá al alcance de ICO y Shadow of the Colossus, pero eso, como todos sabéis, son palabras mayores.
Otros no salieron tan bien, como es el caso de Street Fighter V que generó una controversia que aún dura. Un lanzamiento catastrófico con un juego roto y a medias que no cumplió en absoluto las expectativas. Pero el hostiazo definitivo y todos los balazos del hype se los llevó otro juego: No Man’s Sky que bien se podría llamar «No Man’s Playing».
Yo seguiré defendiendo que muchas críticas de las que le han caído al juego son injustas y que sigue siendo disfrutable, además de poder llegar a ser un juego tremendamente especial si consigue esa conexión que busca. Pero una cosa no quita la otra: fue un exitazo en ventas y muchos lo lapidaron. Generó un movimiento de odio que pocas veces he visto en Internet. Ahora quedará ver cómo evoluciona (si lo hace) y si consigue callar las bocas de todos sus críticos menos críticos. Al igual que con todos los juegos que no han salido tan bien como se esperaba.
Y de la misma forma que Playstation 4 Pro evidencia un problema que todos veíamos de la industria, No Man’s Sky evidencia, para mí, la bipolaridad de Sony. Por un lado acogió un prometedor proyecto indie con ganas de comerse no uno, sino 18 trillones de mundos, de un tal Sean Murray, pero por otro le dedicó tratamiento publicitario y “hypeante” de un Triple A dando lugar a equívocos altamente predecibles y fácilmente subsanables. Se antepuso la empresa al jugador, la doble cara de Sony que, para nuestra desgracia, nunca se sabe cuál domina a cuál.
Y quizá no es grave, porque tenemos juegos. Este año también ha sido para Sony un gran año en cuestión de anuncios: sigue la bandera alta por Horizon Zero Dawn (uno de sus más prometedores proyectos en todos los sentidos), además de la vuelta de un tal Crash Bandicoot, un calvo barbudo que se ha hartado de sacar tripas, ha madurado, es padre y se le ha dado un nuevo tratamiento que tiene una pintaza alucinante, o una chica adolescente armada inmune a un virus que ha desolado el mundo y armada con una guitarra que consiguió arrancarnos litros de lágrimas a más de uno o un bebé que se teletransporta pero surge de una de las cabezas más locas de este mundillo.
Y eso no es todo, a los Horizon Zero Dawn, Crash Bandicoot, God of War, The Last of Us II o Death Stranding se le suman otros tantos como Persona 5, NieR: Automata, Yakuza 6, NioH, Dragon Quest XI, Days Gone… todos ellos con una pinta excepcional. Efectivamente: tenemos y tendremos juegazos. Aunque no todo es tan simple.
En el E3, en medio del fragor de la batalla de noticias, de las mil y una informaciones que había que sacar y de los sudores tan calientes como fríos algunos que me recorrían a mí y seguro que a mis compañeros de redacción, todo quedó en silencio.
Entonces comenzó una música orquestal y la pantalla comenzó a emitir un gameplay. Todos estábamos anonadados, unos pensaban que era Horizon, pero la música me decía otra cosa: “No, esto es God of War” le dije a mis compañeros. Entonces se oye una voz potente y grave y sale Kratos de entre las sombras y lo siguiente que se oye durante los próximos 5 minutos son mis gritos de fanboy diciendo “¡esta noticia la hago yo, esta noticia la hago yo! ¡Puta Sony que me ha traído al Kratos, que se acaba de llevar el E3 chaval!”.
Mantengo esas ganas de ver qué ha sido del espartano, principalmente porque me trago todo el cuento de la evolución personal y lo veo como una maduración de la saga y me sigue atrayendo muchísimo, pero ahora lo pienso con la cabeza más fría.
Meses después me vuelven a romper, llego a mi casa y lo primero que veo es “SE ANUNCIA THE LAST OF US PARTE II EN LA PLAYSTATION EXPERIENCE” del dedo y tecla de mi compañero Cardona. Hay 20 noticias en pantalla y ninguna con letras mayúsculas, pero esa resalta sobre todas. Entro, veo el tráiler, y, lo confieso, se me cae una lágrima.
Me pongo el tráiler 5 veces seguidas. Lo dejo en bucle. Quiero ver otra vez el gesto de Ellie, quiero oír otra vez la canción, quiero saber qué ha sido de ella. Mantengo ese hype, porque sé que podrán pasar mil cosas, pero Naughty Dog es un seguro de vida y ya el primer The Last of Us me pareció un juegazo. Pero ahora lo pienso con la cabeza más fría.
Sony, ¿a dónde quieres llegar? Has sacado los juegos que la gente quería y pedía, han vuelto tus grandes héroes y ahora toda la armada está aquí, como presentas en el tráiler de The King y es el que se esconde tras las pedantes palabras de tu otra cara de la moneda “Greatness awaits”. Sony no tiene nada nuevo que traer ni que ofrecer: sus grandes propuestas tienen un número detrás o un reboot de otro juego.
La única excepción es Horizon que, por mucha buena pinta que tenga, todos sabemos que esto huele a convencional que tira para atrás. El caso es que habrán quedado muy bien y han prometido juegos para todos, para todos sus jugadores, para su club y su comunidad que se han trabajado a base de calidad de juegos. Sí, pero sigue habiendo una comercialidad y un conformismo en el ambiente de Sony que no me gusta. Por un lado de la moneda veo, efectivamente, todos los buenos juegos y momentos que nos da Sony.
Pero por el otro veo a una compañía empeñada en crecer pero incapaz de aportar nada, parece que quiere ser la nueva Nintendo pero sabe que nunca llegará siquiera a igualar su importancia para la industria.
https://www.youtube.com/watch?v=AJNayAQG-r4
Pero esto ha sido 2016, no quiero que termine siendo otro más de mis desvaríos. Sony se ha salido. Ha vendido, ha arrasado, ha sacado su nueva Playstation 4 Pro que es la consola más potente del mercado y reina en el panorama de la Realidad Virtual donde ya tiene un gran espacio para maniobrar si en el futuro mejora.
Además tiene un catálogo portentoso que se lleva trabajando años, tanto de juegos propios como la saga Uncharted, como enormes third parties de todos los lugares, así como juegos “más pequeños” pero tremendamente capaces e interesantes que validan perfectamente por sí solos la compra de la consola. Ha tenido sus traspiés, pero la verdad es que parecen menos importantes al lado de todo lo bueno que ha conseguido. También ha ganado el E3 y sigue creciendo con sus eventos propios, todo parece indicar que el año que viene irá a mejor. En todos los sentidos, realmente parece que “La grandeza aguarda”. Pero aún seguiré sin saber a dónde quiere llegar Sony o qué lado de la moneda nos tocará ver. Mientras hagamos como ellos: nos conformamos.