Westworld 1×04 – Crítica

Dolores y Maeve cada vez recuerdan más cosas tanto de Westworld como del mundo real, mientras el Hombre de Negro sigue en búsqueda del misterioso laberinto.

Bueno, bueno, bueno, la que se está liando en Westworld, culpables. A pesar de que aún no ha pasado nada grave, los pequeños acontecimientos que suceden en cada capítulo solo hacen confirmar que se masca la tragedia. Cada descubrimiento de nuestros robots favoritos y cada recuerdo que tienen nos hace pensar en lo que se avecina, y no parece muy bonito. Sobre todo para los trabajadores y huéspedes del parque…

Una vez hemos conocido más a los personajes principales, el cuarto capítulo de Westworld («La teoría de la disonacia») sigue llevando más allá cada una de sus tramas. Por fin reaparece el Hombre de Negro, interpretando una vez más algunas de las mejores escenas del capítulo, pero los acontecimientos que suceden en las tramas de Dolores y Maeve no se quedan atrás…

La humanidad de Dolores

Dolores sigue enfrentándose a los cambios extraños que está experimentando. La ruptura de su bucle en el final del capítulo anterior hizo que su vida diese un giro de 180*, y en vez de despertar en su cama como cada mañana, despierta junto a la hoguera de Billy y Logan, que acamparon en busca de un bandido. Además, por primera vez recuerda lo que pasó el día anterior: sus padres murieron, un hombre intentó violarla y ella escapó, sin intención de volver a casa.

Por otro lado, la protagonista sigue teniendo conversaciones secretas con Bernard, en las que cada vez contesta de forma más humana, como si estuviese adquiriendo conciencia y humanidad. ¿Acabará loca, como los anfitriones que creó Arnold? Un poco tocada sí que tiene que estar, ya que no debe ser agradable que te vengan de repente a la mente imágenes de cómo has muerto una y otra vez. Lo curioso es que Bernard saque a colación el tema del laberinto, indicando además que si Dolores llega al centro será libre. ¿Pero qué será este dichoso laberinto?

Una de las escena más WTF del capítulo es cuando el grupo de Billy, Logan y Dolores llegan al poblado mexicano que vimos hace dos capítulos. Allí, Dolores conoce a la hija de Lawrence, el bandido que acompaña al Hombre de Negro. La niña está dibujando el laberinto de marras en el suelo, y cuando Dolores le pregunta que de dónde es, esta contesta «del mismo lugar que tú, ¿no lo recuerdas?». No es la primera vez que la cría menciona este lugar, o lo que sea, y no sabemos por qué lo conoce y habla de él tan naturalmente. Dolores tampoco, claro, ya que simplemente se queda un poco alucinada.

Las nuevas alianzas del Hombre de Negro

Nuestro querido (por llamarle algo) Hombre de Negro sigue liándola por el Salvaje Oeste en su búsqueda del misterioso laberinto. Junto a Lawrence, forman un dúo bastante curioso y cómico. Su camino se cruzará con el de Armistice, una despiada bandida del grupo de Hector Escaton. Allí, un par de chavales se acercan a el y le sueltan una frase bastante curiosa, diciéndole que «le admiran mucho » y mencionando «su fundación», mientras este les manda callar de mala manera. ¿A qué se referirán? A ver si conocemos más sobre este hombre en un futuro, porque esto es un sin vivir.

oto hombre de negroArmistice, la bandida a la que se unen el Hombre de Negro y Lawrence, tiene un tatuaje bastante impresionante de una serpiente que le recorre todo el cuerpo. A cambio de información sobre su tatuaje, el Hombre de Negro accede a ayudarle a robar unos cañones de una prisión cercana, donde además está encerrado el bandido Hector. Después de un ingenioso plan, Hector y este acaban compartiendo celda y haciéndose coleguis para escapar juntos y repetir la escena del tiroteo vista en el primer episodio.

Antes de esto, el Hombre de Negro consigue la información que quería sobre el tatuaje de Armistice. Ambos mantienen una interesante conversación sobre Arnold, los secretos de Westworld y el misterioso Wyatt, al que la bandida esta dando caza. ¿Serán Arnold y Wyatt la misma persona, cómo apuntan muchas teorías? Una vez más, la serie nos deja con muchas preguntas y cero respuestas.

El hombre entre dos mundos

Maeve protagoniza algunas de las escenas más interesantes e inquietantes del episodio. Como Dolores, sigue recordando acontecimientos tanto de Westworld como del mundo real. Entre estos recuerdos destaca el de la figura de uno de los científicos que se dedican a recoger los cuerpos de los robots para curarlos cada noche (¿por qué van vestidos cómo si estos fuesen radioactivos?). Cuando decide dibujar al científico tal y como lo recuerda, descubre que, bajo un tablón, esconde decenas de dibujos similares, indicando que no era la primera vez que lo dibujaba. Pero claro, no se acordaba.

Cuando se vuelve a repetir el tiroteo del primer episodio, esta vez Maeve quiere conseguir todas las respuestas posibles y cerciorarse de que no está loca. Para ello, «secuestra» a Hector en la habitación de la caja fuerte y le obliga a contarle todo lo que sepa sobre los científicos a cambio de la combinación. Este comenta que es un mito de los nativos, al que se refieren como «sombra» y como al «hombre que camina entre dos mundos, enviado desde el Infierno para vigilarles». Vamos, que aquí la gente sabe mucho más de lo que los trabajadores de Westworld piensan, y como esto acabe mal no se salva ni el apuntador.

Finalmente, Maeve, al recordar que ella sufrió una herida de bala a pesar de que no tiene ninguna cicatriz, obliga a Hector a que le clave el cuchillo donde piensa que recibió el disparo. Este, tras negarse al principio, acaba haciéndolo, y los dos se quedan con el culo torcido cuando encuentran un trozo de bala dentro de Maeve. Ahora sí que la hemos liado… La sensación de que algo gordo se avecina está latente durante todo el capítulo, pero los últimos descubrimientos de cada uno de los personajes no hacen más que confirmar que la cosa va cuesta abajo y sin frenos. Y nosotros estamos impacientes por verlo.