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Análisis de Brigandine: Legends of Runersia para Nintendo Switch

Ni una sola nación estará a salvo de nuestras garras. Os lo demostramos con el análisis de Brigandine: Legends of Runersia para Nintendo Switch.

Hacer pactos, cuidar de que no te traicionen, mantener al pueblo llano contento para que no se subleve, tener en cuenta las inclemencias del  tiempo y el estado de tu ejército… eso de conquistar otros territorios queda bastante claro que es un trabajo bastante duro. Sin embargo, si de veras queréis probar la emoción de la conquista, pero con menos preocupaciones encima, quizás os interese leer nuestro análisis de Brigandine: Legends of Runersia.

Si muchos dan problemas, unifica

Seis naciones y un destino. No, no es un nuevo disco de de Bustamante, básicamente, es en lo que podríamos resumir la campaña del título. Este nos ofrece ponernos en la piel de una de las grandes naciones del mundo de Runersia con el fin de unificar todas las regiones en una sola nación. ¿Esto es bueno? ¿Es malo? Bueno, eso es tema de otro debate, lo que interesa es si es entretenido.

Pues en principio sí, para qué engañarnos, culpables. Tras haber elegido una nación, que contará con más o menos sedes en el mapa de inicio, tocará demostrar nuestras aptitudes bélicas. Nosotros, por ejemplo, decidimos empezar nuestro periplo junto a los piratas de las islas de Mirelva. Porque estábamos seguros de que con una buena dosis de ron y canciones piratas todos los del continente estarían contentos con nuestra expansión.

Por supuesto, esto no fue así, y tocó pelear con uñas y dientes cada territorio que conquistemos. Pero, ¿acaso son los aburridos humanos los únicos que entran en la contienda? ¡En absoluto! El factor monstruo surge aquí para echar una mano (o una garra). Y es que, veréis, en este universo el mana es clave. ¿Y qué es esto, diréis? Pues, básicamente, la fuente que nos da acceso a mejores criaturas para nuestro ejército, por lo que más nos valdrá tener muy presente su gasto si no queremos vernos en un apuro.

Y es que no hay nada peor que verte rodeado de bases enemigas, con sólo un personaje disponible y los monstruos que a este acompañan con menor relación de estadísticas a causa de nuestro despilfarro de mana en otros turnos.  El mensaje está claro: gestiona bien tus recursos o cae en desgracia, así de simple.

Con eso en mente, nuestro periplo conquistatorio está más vivo que nunca y, pese a que la historia de cada nación realmente queda en un segundo plano, puesto que no es que sean un alarde de originalidad e interés, vamos a querer que nuestros elegidos se alcen con la victoria. Porque podemos. Porque nos gusta ganar.

Para el carro y piensa antes de actuar

Bueno, aunque lo anterior es fácil de decir, pero a la hora de hacerlo… es otro cantar. Veréis, salvo que lo juguéis en modo fácil, Brigandine es un juego exigente. No difícil, ojo, exigente. A fin de cuentas, uno podría pensar que, bueno, en niveles altos bastará con ir con más cuidado que de costumbre y ya. Y aquí es cuando puede surgir el mayor problema.

Veréis, la dificultad no sólo radica en la inteligencia de la IA, lo poderosa que esta sea o los beneficios del terreno. La dificultad radica también en el factor tiempo. A más dificultad, menos margen para conquistar  lo máximo de la región. En el nivel más difícil este nos requerirá hacerlo en dos años y medio, que equivalen a bastantes pocas campañas de combate por delante. Por lo tanto el saber dar el golpe certero y mantener flanqueado al rival en el mapamundi será completamente vital.

Aunque, nuevamente repetimos: es fácil decirlo sobre papel. Al fin y al cabo, los combates también entran en juego, ¿qué sería un juego táctico sin combates de por medio? Algo raro. Pero en este los tenemos, y con algunos factores que nos han gustado bastante. Primeramente, el que el factor tiempo incida también en estos combates. Tenemos un máximo de turnos para atacar o defender, los cuáles, si llegan a su fin, harán que perdamos en el primer caso o repelamos el ataque en el segundo.

Por suerte, podremos hacer mucho más antes de llegar a ese límite. Bueno, lo primordial será destrozar al enemigo, pero la forma de hacerlo puede variar bastante. Veréis, podríamos decir que las unidades se dividen en tres clases: los campeones, los líderes y los monstruos. Vamos a quitarnos de en medio primero lo más sencillo: los líderes. Estos vienen a ser los abanderados de cada una de las seis regiones que componen el juego. Suelen estar a un nivel mayor que el resto, aguantan más… vamos, que demuestran que su poderío no es por nada.

Pero lo curioso de estos es que, si los conseguimos derrotar en combate, todas y cada una de las tropas enemigas se retirarán del combate, dándonos la victoria. O la derrota si nos ocurre a nosotros, claro está, por lo que queda en nuestra mano decidir si arriesgar a vencerlo o usar el nuestro para conseguir algo de ventaja.

Tras ellos, tenemos a los campeones, los humamos del juego. Estos tendrán, al igual que los líderes, monstruos a su cargo, y derrotarlos a ellos equivaldrá a que sus monstruos se retiren también… a no ser que se retrasen en combate, quedando a nuestra merced para conseguir experiencia gratis. O, si lo preferimos, sumarlos a nuestras filas «capturándolos» al final del encuentro, aunque esto ocurrirá de manera aleatoria.

Y ahora toca hablar de ellos. Sinceramente, veo a los monstruos lo más interesante del juego. A fin de cuentas, a ellos sí que podemos perderlos de manera definitiva. Como leéis. Los personajes humanos, si caen en batalla, solo se retiran, impidiendo que durante la fase de ataque siguiente puedan participar en las acciones. Los monstruos no. Un monstruo caído es un monstruo muerto.

Ojo, no penséis que por ser monstruos y poder invocarlos ya n0 importa perder estas unidades. Nada más lejos de la realidad, dado que cuando los invoquemos estarán a nivel 1. Siempre. Por lo que acabar con un ejército de lagartos de nivel 1 a nuestro alcance cuando teníamos a dragones de nivel 16 en nuestro bando… no renta, en especial si no queremos sufrir por el enemigo. Es por ello por lo que cuidar de ellos es vital.

Saber posicionarlos, hacer que suban de nivel por expediciones de los líderes en la fase de preparación… cualquier recurso es bueno para mantenerlos el máximo de tiempo posible en nuestro bando. Y todo ello dependerá de nuestra labor como estrategas, claro está.  En resumidas cuentas, presenta un sistema que a un novato le costará dominar en un principio, pero tras unas cuantas partidas mostrará su simpleza en cuanto a ejecución.

Nos dejamos las mejores galas en casa

Ahora nos toca hablar de la parte más técnica. Porque sí, siempre hay que nombrarla, sea de mayor o menor interés, es un punto clave de un videojuego. Y en este… bueno, no vamos a engañar a nadie si decimos que es bastante justito. Es una pena, porque el arte e ilustraciones del juego son verdaderamente encantadoras, con un toque muy propio. Sin embargo, fuera de estos todo es bastante pobre.

Los mapas no sorprenden por sus detalles ni por ser demasiado diferentes, ya que salvo por algún cambio topográfico, bien podríamos pensar que son un corta y pega. El diseño de monstruos y personajes no va tampoco por mejor camino. A fin de cuentas, sus diseños 3D, salvo para los líderes, son determinados por su clase. Es decir, que de nada sirve que tengas a Ginny el pirata y a Norzaleo el embaucador, que al ser los dos bárbaros, sus modelos van a ser iguales. Con los monstruos, como hemos dicho, ocurre más de lo mismo, pero sumando la vertiente recoloreo.

En cuanto al sonido, lo mismo ocurre: pasa justito. Tiene un bonito doblaje japonés que los amantes de los animes disfrutarán seguro, pero fuera de ello ni los temas ni los efectos de sonido se quedarán para el recuerdo, siendo, en muchas ocasiones, repetitivos, si bien es muy probable que ni siquiera les prestes atención, pues pasan realmente desapercibidos.

Entonces, ¿conquistamos Runersia o no?

Bueno, evidentemente la pregunta de arriba tocará que os la respondáis vosotros, pero por nuestra parte, la respuesta sería un sí. Pero un sí con matices. Si os gusta el género, y no tenéis otros títulos a mano, sin duda os ofrecerá un juego al que poder echarle horas y horas, con una dificultad que se adapte a las exigencias que requiráis.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, realmente, no destaca en ninguno de sus aspectos, y en cuanto a ejecución puede tornarse demasiado simple para los más experimentados. En cuanto al resto del mundo, la dificultad modulable es la clave si no queréis complicaros en exceso. Nuevamente, si os gusta el género, es bastante entretenido, si bien toca tener en mente que es bastante pausado y requiere de un aprendizaje inicial para no acabar masacrados antes de tiempo.

Análisis de Brigandine: Legends of Runersia para Nintendo Switch
Nos gusta
Las facilidades que da el juego para comprender sus mecánicas
Las dificultad modulable
El arte de los personajes
Puede mejorar
La música es casi anecdótica, la reutilización de sprites
La simpleza de sus mecánicas, a la larga, hace que no destaque
7
Ana Quintana

Esta soy yo. Saifogeo. O Sai, para los amigos. En principio venía aquí por los husbandos, pero me quedé porque hace bueno.

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