Análisis de Cuphead para PC

¿Quieres revivir los dibujos de los años 30 pero en forma de videojuego? Pues aventúrate en nuestro análisis de Cuphead y descubre cómo ha quedado esta travesía tras tantos años de espera.

Poco a poco los dibujos animados más clásicos van perdiendo terreno entre los niños de hoy en día. Grandes nombres como Tom y Jerry, Popeye o incluso los Looney Tunes han ido desapareciendo de las pantallas de nuestros salones. Para rematar la jugada, incluso Disney ha visto que ya no le sale rentable hacer películas de animación clásica inclinándose por el 3D. Si tú también eres de los que añoran los años de Hannah-Barbera y demás, ve pillando sitio, que arranca nuestro análisis de Cuphead.

Historia de un par de tazas

Mucho ha llovido ya desde la primera presentación de Cuphead allá por el E3 de 2014. Desde entonces la gente de StudioMDHR ha peleado lo suyo para hacer que su juego salga a la luz a pesar de los varios atrasos. No obstante, al fin ha llegado el día prometido y tenemos el juego entre nosotros, por lo que toca hablar largo y tendido sobre el resultado.

Desde un primer vistazo ya a cualquier arte del juego, uno puede ver que la inspiración de Cuphead reside en los cortos de animación de los años 30 en adelante. Pero este homenaje no se queda simplemente en la animación, ni mucho menos, sino que también se ve reflejado en la historia. Con deciros que nuestros dos protagonistas, Cuphead y Mugman, apuestan a los dados sus almas al diablo uno puede ver que el guion podría pertenecer a una de las primeras obras de Disney donde se nos recuerda que nunca hay que seguirle el juego al demonio.

Eso sí, aquí la historia no tiene precisamente un peso importante. Vale que tengas que ir a vencer a varios seres y conseguir los contratos de sus almas para que el diablo te perdone. Pero más allá de darle una ambientación y un objetivo a nuestro periplo, la historia no tiene mucho más impacto que el ya mencionado. Aun así, esto no impide que Cuphead pueda expresarse correctamente. Al contrario, ya que para ello tira de su apartado técnico, tema del que hablaré a fondo más adelante.

Regreso al pasado

Durante los primeros compases de vida de Cuphead, se supo que éste sería un shoot ‘em up compuesto únicamente con batallas contra jefes finales. De primeras esto no sentó bien al público, lo que acabó haciendo que la gente de StudioMDHR incluyera fases más clásicas. Aun así, esto no ha hecho que dicho núcleo pierda fuelle, y ahora os explico el motivo.

De primeras un juego compuesto por jefes finales puede sonar monótono, simple y aburrido. Este no es el caso de Cuphead, donde tenemos la friolera cantidad de 20 malos, a cada cual más maloso que el anterior.

¿Y cómo consigues que tantos enemigos no aburran? Pues dándoles a cada uno una personalidad abismal. Y es que cada batalla es única gracias a la frescura que nos arroja cada jefe. No estoy hablando de que sean complejos, sino que gracias al estilo gráfico del juego cada uno luce de forma única. A parte, no se puede negar que la imaginación está presente, dándoles detalles que refuerzan su aspecto. Así, nos encontramos con seres tan genéricos genios, sirenas, dragones o incluso fantasmas que intentarán pararnos. Y sí, todos ellos desprenden un aire a dibujos clásicos fantástico.

Villanos por todas partes

A parte de esto, cada jefe final es un mundo. A pesar de que todos cuenten con la misma estructura de cambiar de mecánicas de ataque conforme tienen menos vida, éstas logran ser muy diferentes entre sí. De esta manera veremos enemigos que nos arrojarán cientos de proyectiles u otros que se moverán de formas estratégicas para intentar atraparnos. Gracias a esto, cada jefe logra ser completamente diferente a otro y cansar menos al jugador.

Otro detalle a tener en cuenta son los mapas en los que manejamos al avión. Y es que contra algunos enemigos iremos montado en una avioneta con la que el movimiento pasa a ser completamente libre. Gracias a ello, tenemos un toque de variedad en algunos combates.

En lo que respecta al modo más clásico, éste consiste en llegar a la meta mientras vamos brincando y matando enemigos. Comparado con los combates, esta modalidad tiene menos chicha y gracia. Por suerte, se tratan de misiones opcionales, las cuales sirve únicamente para conseguir monedas, con las que podemos comprar mejoras de disparo, vida y demás. Además, solamente podemos tener una de cada equipada, por lo que más que power ups hacen la labor de pequeñas ayudas para suavizar algún que otro momento del juego.

Paiun, paiun

En la parte de la jugabilidad las cosas bajan un poco el nivel de lo visto hasta ahora. Los controles son sencillos, pudiendo así disparar, saltar, deslizarnos y poco más. Y creedme, no hace falta más, con solamente esto el juego va sobre ruedas. Las malas residen en la configuración de dichas acciones. El tener el deslizamiento en Y, el disparo en X y el salto en A hacen que sea difícil tener una movilidad absoluta sin sacrificar el factor ofensivo. Vale, esto se arregla cambiando los controles, no hay mucho problema. Pero donde no hay solución es en el control de los disparos.

Tanto el movimiento como la dirección de disparo se deciden con el mismo joystick, al igual que los Metroid de la vieja escuela. Esto hace que más de una vez esquivemos a un enemigo y acabemos disparando en dirección contraria. Sí, hay un botón para fijar el movimiento y poder apuntar en el sitio. Pero no sé si es la falta de la fluidez de control de Samus o el qué, pero aquí la sensación de descontrol es mayor.

A parte de esto, contamos con el parry, un movimiento basado en el salto de Cuphead. Eso sí, aquí no sirve para matar, sino que su función reside en destruir aquellos objetos de color rosa. Y creedme, acabar con ellos es importante, ya que te suben el marcador de ataque especial, con el que podemos lanzar alguno de los poderes que conseguiremos en los mausoleos del juego. A esto también le tenemos que sumar los diversos disparos secundarios que iremos comprando en la tienda, poniendo así punto al repertorio de movimientos de Cuphead.

Buscad recambio de pulgares

Supongo que más de uno está esperando a que mencione la dificultad del juego. Pues bien, ha llegado el momento de hablar de ella, aunque se podría resumir con una palabra: demoniaca.

Desde ya os aviso que Cuphead no es un juego para todo el mundo. No caigáis en la tentación de dárselo a vuestro hijo, sobrino o niño de turno. Lo único que haréis será llevarle por el camino de la frustración. Os digo esto porque estamos ante un juego donde cualquier despiste se reduce en la muerte.

Todo en Cuphead está colocado para que nos tengamos que aprender los patrones de los enemigos. Para hacer la tarea más complicada, los jefes pueden ir variando entre ataques, lanzando distintos movimientos en cada partida. Esto hace que Cuphead beba mucho del aprendizaje de patrones y del prueba y error constante.

Eso sí, cada enemigo cuenta con un modo más sencillo. Y aquí he de aplaudir, ya que esto no se reduce a la clásica salud reducida o menor daño. En este caso, menos dificultad es eso mismo. Simplemente quitan algún que otro patrón de ataque y ya tenemos algo más ligero. Eso sí, para desbloquear la batalla final hace falta derrotar a todos los jefes en su dificultad estándar. De este modo, digamos que esta opción sigue para desbloquear casi todas las batallas y mejorar nuestra habilidad.

¡Pero qué bonico es todo!

¡Y llegamos al fin al los gráficos, muchachada! Aquí poco puedo decir que no hayáis visto ya en los tráilers. Y es que, efectivamente, Cuphead entra por los ojos con una facilidad pasmosa. Ya no hablo solamente de lo bien que recrea la animación viejuna, sino el cómo aporta esa personalidad a cada personaje. Si a eso le sumamos las animaciones tan cuidadas, los escenarios estéticos clásicos de la época o la estática general hacen que sea sencillo olvidar que estamos ante un videojuego. Por si esto fuera poco, contamos hasta con el efecto de grano de los films antiguos.

Por desgracia, no todo es perfección, y detalles como la falta de explosiones al impactar los ataques especiales o la superposición de algunos elementos en pantalla hacen que este apartado no alcance la perfección. Aun así, es una auténtica gozada visual. Si con deciros que desde The Wind Waker un juego no me había entrado por los ojos tan fuerte… Y si encima tenemos en cuenta que estamos ante dibujos auténticos, pues dan ganas de aplaudir hasta con los pies.

El apartado sonoro tampoco se queda atrás. Nos encontramos con melodías animadas, baterías a ritmo de jazz o coros que hacen que el factor nostalgia sea todavía más fuerte. Y, obviamente, todo ello está decorada con un filtro antiguo de lo más eficaz. Aquí sí que no puedo poner ni una sola pega. Sencillamente perfecto.

Mejor acompañado que solo

Toca pararnos un rato en el modo multijugador de Cuphead. Y es que absolutamente todas las fases cuentan con la posibilidad de jugar con amigos en la misma consola. Tranquilos, no vais a necesitar a un pro para que os ayude. Y es que en este modo al morir cada personaje éste suelta su espíritu. De este modo, si el otro jugador lo toca logrará revivir a su colega, similar a la mecánica de la burbuja de New Super Mario Bros. Wii y Rayman Legends.

Cuphead no se trata de un juego muy largo, al menos de primeras. Tres mundos y una fase final pueden saber a poco si vamos analizando números. Aun así, el desafío que consiste conseguir cada uno de los contratos hace que la duración del juego sea bastante considerable y que no se vaya a la estantería pronto. A parte, cada fase cuenta con su puntuación, por lo que será común intentar superarse.

Cabe mencionar que el juego se encuentra completamente en inglés. No, no es ningún problema para avanzar en el juego. Pero no deja de ser curioso que una de las mayores exclusivas de Xbox llegue sin traducir. Aunque recordemos que estamos ante un título indie, por lo que igual nos llega el castellano más adelante.

Conclusiones

Cuphead es una carta de amor a aquellos años dorados en los que los dibujos animados empezaban a demostrar de lo eran capaces de hacer. Toda la magia de aquellos cortos se encuentra concentrada en este maravilloso juego. Sí, puede que tire mucho de nostalgia, pero eso no quita que Cuphead logre reflejar perfectamente las características de los dibujos de la época y a la vez sepa ser un buen y desafiante videojuego.

Tan solo os pido un único favor a la hora de jugarlo: relajaos y dejaros atrapar por su hechizo. Os aseguro que volveréis a aquellos años en los que las únicas preocupaciones eran los deberes y jugar. Al menos conmigo lo ha logrado de forma magistral.

Gráficos
9.7
Sonido
10
Jugabilidad
7.5
Modos de juego
9.2
Nota de lectores15 Votos
8.9
LAS CLAVES
Apartado técnico redondo. Es como estar dentro de una película de dibujos.
Jefes carismáticos a más no poder. Es difícil no encariñarse con ellos.
Su dificuldad no lo hacen apto para todos. Si queréis llegar a la batalla final preparaos para sudar sangre y dejaros los pulgares por el camino.
ALTERNATIVAS
Si quieres revivir los dibujos de antaño sin dejar de jugar DuckTales: Remastered es una buena manera de hacerlo.
Para aquellos que quieran más shoot 'em up en sus vidas no me cansaré jamás de recomendarles la saga Metal Slug.
Bueno, creo que lo de ponerse un corto de dibujos de la época cae de cajón.
9.1
Regreso a los años 30
Diego Sommier

No tengo ni idea de videojuegos porque no pronuncio bien sus nombres en inglés y me marqué un Cuphead de campeonato en la gamescom. Ah, y según un papel de mi pared, también soy informático.

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