Dark Souls III – Análisis Playstation 4

Se abre el campo de batalla. A un lado, y dispuesto para el análisis, el punto cúlmen de la obra magna de Hidetaka Miyazaki y From Software, Dark Souls III. Al otro, yo. Solo y desprotegido ante semejante bestia. Mi pasado, mi presente y mi futuro como jugador, en juego. Paradójicamente.

Y así de rancio se presenta el panorama. Dark Souls III presenta sus aptitudes y credenciales desde el comienzo. Y ante las acometidas solo me queda empezar a defenderme con lo que he decidido poner en juego en primer lugar. Mi pasado como jugador. El pasado para el juego.

[divider]Las premisas[/divider]

Dark Souls III tiene un objetivo claro, y a pesar de lo que puedan pensar los más acérrimos al arte del videojuego, no es para nada la evolución. Según avanza por el campo de batalla se le presupone la misma armadura. No debes esperar una revolución a nivel de mecánicas o diseño. Y más te vale que no lo hagas, porque no las tendrás.

Dark Souls III es una fusión de lo mejor de todas las obras de su saga, pero mantiene perfectamente la esencia.

Pero, ¿acaso hace falta?

Como digo, el objetivo es claro. Dark Souls III nace de las ascuas que han ido dejando las hogueras de los anteriores Souls. Comenzando desde el Demon’s Souls y llegando hasta Bloodborne. Desde el primer minuto y su cinemática tendrás ese agrio sabor. Ese agrio sabor que se acentúa con la primera muerte. Y cuando poco a poco empiezas a sumergirte en su mundo ya no hay marcha atrás. Bienvenido. Esto es Dark Souls.

Esto es Dark Souls por lo que veremos durante el crudo combate, en el que tengo todas las de perder. Dark Souls III es una fusión de lo mejor de todas las obras de su saga, pero mantiene perfectamente la esencia. El alma. La barra de maná de Demon’s Souls que permite unas habilidades mágicas más variadas y optimizadas. La esencia pura de la narrativa del Dark Souls, cuyos personajes y lore resultan profundísimos. El refinamiento y mejoras que tuvo Dark Souls II, como la comodidad de desplazamiento. El perfeccionamiento de Bloodborne, como el deleite visual y el combate vanguardista.

No esperes de Dark Souls III una innovación. Espera un Dark Souls. Una suma de todo lo mejor que puede dar la saga Souls, regada con el diseño, el ambiente, la dificultad y el alma que distinguen a la saga del resto de las sagas. Espera una suma de todos los Dark Souls. No una evolución, sino un perfeccionamiento. Porque eso es lo que te encontrarás.

[divider]La historia[/divider]

A medida que Dark Souls III se acerca por el campo de batalla hacia mí, más terror me invade. Ya he distinguido su armadura, y ahora poco a poco empiezo a ver sus movimientos y sus tácticas. Lo que me está intentando decir. Y acorde con mi defensa, sigue basándose en el pasado.

Se sigue basando en el pasado porque Dark Souls III es, al igual que sus predecesores, un viaje. Un viaje oscuro, obtuso y amargo por momentos. Y rebosantes de vida, epicidad y alegría en otros. Un continuo vaivén de emociones basado en el ciclo de desafío, error, superación, triunfo. Tal y como la vida misma.

Y es que si algo tengo claro en este momento del combate, es que Dark Souls es la vida misma. No solo por lo que acabo de decir, sino por lo que transmite. Es un viaje de desolación donde, en momentos puntuales, nos llevamos una sorpresa. Una sorpresa manifestada en un NPC con una historia por contarte y con algo por vivir contigo. Entonces vuelve a tu base. Tu hogar. Allí donde siempre querrás volver.

Lo poco a poco que nos quedamos sin humanidad hasta convertirnos en huecos simboliza la sociedad en general. La hoguera simboliza un descanso y una nueva oportunidad. Las muertes simbolizan un nuevo levantamiento. Los triunfos simbolizan la superación. El poco manejo y la poca experiencia que tienes es real. Tal como en la vida. Es por eso que el juego se presenta como una amenaza, y a medida que te curtes, mueres, fallas y ganas, aprendes. Como la vida misma.

Pero es que la historia no solo tiene su base en su mensaje. Las tácticas usadas son las mismas que en los anteriores Dark Souls. La historia la descubres tú. Hablas tú con los personajes. Tú decides qué quieres saber y cómo lo interpretas. Te informas sobre el argumento prestando atención a todos y a todos los objetos de tu inventario. De nuevo. Como la vida misma.

Dark Souls III me ha ganado en el primer asalto. Y ya usado y gastado mi argumento y mi experiencia pasada. Pero la batalla aún no ha terminado. He de empezar a usar mi presente.

[divider]El diseño[/divider]

Y me refiero al presente que palpo ahora mismo. Mi segundo arma y defensa se basa en lo que el título me enseña en este momento. Ya he visto su armadura y su manera de actuar. Pero no es hasta ahora cuando caigo en su cuerpo. En su composición. En su forma de ser. En cómo ha sido diseñado.

De nuevo, Dark Souls III bebe de todas las anteriores obras de la saga. Tenemos una base, como en Demon’s Souls o Bloodborne. Pero no es un sitio aislado, sino un sitio al que volver. Como Majula en Dark Souls II. Un sitio donde mejoraremos el equipamiento, subiremos de nivel o descansaremos. Y nos pone a nuestra disposición un mundo enorme y tremendamente conectado, como Dark Souls.

Otra de las cosas que podremos hacer será asignar los estus

Dark Souls III hace uso de todo su poder. Pero (porque siempre hay un pero) esta vez cojea. Su composición le ha dejado una tara, y es que la sombra de Dark Souls y Bloodborne es alargada. No alcanza el nivel de conexión entre zonas de Bloodborne o la disposición abierta de Dark Souls.

No obstante, eso no le resta ni un ápice de su fuerza. Cojea con respecto a sus predecesores. Pero es algo normal. El diseño de niveles de Bloodborne y Dark Souls es simplemente el mejor que existe. Y esta vez, aunque por motivos diferentes, vuelve a serlo. Las zonas no estarán conectadas de una manera tan magistral como en Bloodborne, y el mundo no será tan amplio y predispuesto a nosotros como Dark Souls. Esta vez los méritos son otros.

Los escenarios resultan ser mucho más abiertos y con muchas más posibilidades. Y todo tiene un sentido. La sensación de viaje (aunque menos a la deriva que Dark Souls) sigue presente. Esta vez será ir hacia adelante simplemente. Hasta que llegas a un punto en el que no puedes avanzar. Decides ir a aquél agujero por el que decidiste no pasar por ir falto de vida. Y es cuando te das cuenta de que es el camino principal y que todo el escenario que has jugado, acompañado de las últimas 5 o 6 horas era opcional. Un secreto más para añadir a la enorme lista de los que tiene el juego.

También llegarás a ese punto alto desde el que verás prácticamente una zona entera. Y tras 20 horas después de haber pasado por castillos, pueblos malditos, bosques inundados, catedrales demoníacas y pantanos hostiles, llegarás a aquel otro lado del puente que viste desde ese punto alto. Hace 20 horas. Tras toda una aventura. Pero eso no es todo. Lo mejor es que es solo el comienzo. Después de las incontables horas que te dará Dark Souls III, podrás rejugarlo a un gran nivel, con muchas opciones y con varios incentivos. Como descubrir qué había por aquel pasadizo, ver realmente si aquel personaje te subía de niveles o morir menos para no llegar a ser Hueco.

Aunque cojea y se distingue, Dark Souls avanza sin piedad hacia mí. A lo lejos veo aquel mismo puente. Empiezo a plantearme que quizá debería haberme quedado allí. Porque ahora viene la parte más fiera. Empieza a desenvainar su espada.

La jugabilidad de Dark Souls III es una falta de respeto a toda la industria triple A del videojuego. Cuando todos han decidido descansar un momento, él da un golpe sobre la mesa. Es sencillamente magistral.

[divider]El combate[/divider]

Empieza sin temor. Tal como van mis palabras ahora, sin ningún tipo de duda. La jugabilidad de Dark Souls III es una falta de respeto a toda la industria triple A del videojuego. Cuando todos han decidido descansar un momento, él da un golpe sobre la mesa. Es sencillamente magistral.

De nuevo supone una suma de todos sus factores. Pero esta vez sí crece y se adapta. Es un punto intermedio entre Dark Souls y Bloodborne. Ambos sistemas excelentes. Pero además de añadir nuevas mecánicas dependientes de cada arma (que le da muchísimo más juego al combate), esta vez Dark Souls III pule hasta el extremo un sistema de combate que a día de hoy es el mejor que existe. Tiene la inmensa variedad y capacidad de personalización de Dark Souls así como su componente táctico (gracias también al formidable diseño) pero coge de Bloodborne la chispa que le faltaba al primero.

No será tan frenético como este último ni tan parsimonioso como el primero. Pero dispone de la agilidad y la velocidad exacta para sentirlo como lo que es, una oda a las emociones del combate. Sublime

(Momentos y similitudes con Bloodborne en el combate)

Solo hay un punto a mejorar. La única tara que se le puede poner. Una única mella en su espada legendaria. Como es costumbre, en la saga Souls siempre ha habido un enemigo que se salta la dificultad tan milimétricamente medida hasta el punto de ser injusto. Que no exigente o difícil. Injusto. Y en esta ocasión Dark Souls III tiene varios de estos enemigos. Enemigos que no paran de atacar en ningún tipo de momento, que no te dan oportunidad o te harán casi una muerte automática. Como el perro de huesos de La Tumba de Gigantes o el cazador Cuervo de La Gran Catedral.

Por todo lo demás, la curva de dificultad al igual que en los demás títulos es fantástica. Un ejemplo para todos los demás videojuegos. Ningún Souls, por difícil, es injusto, salvo con estos enemigos. Y este no es una excepción. Al principio te costará, pero a medida que madures como jugador, solo perecerás por tus propios fallos.

El mejor ejemplo, como siempre, los bosses. Al igual que el resto del combate, el término justo y medido de todo lo que recopila la saga. Pero yendo un poquito más allá. Quizá no son tan frenéticos y espectaculares como el Bloodborne, pero casi. Y esta vez no todo se limitará a dar y esquivar, hacerte con la táctica de combate y controlar el tempo. Ahora los bosses han evolucionado.

 

Si vas con esa idea preconcebida llegarás a un árbol que te matará sin que tengas oportunidad, literalmente. Un ejemplo perfecto para el caso. Esta vez el enemigo es colosal y tiene puntos débiles que deberás ir destrozando para tener una opción. Al más puro estilo Shadow of the Colossus.

Y este combate lo pierdo. Una magistral demostración de las cualidades de Dark Souls III. Unos bosses bien diseñados y diferentes con tácticas y estrategias opuestas y el más variable, adaptable y pulido sistema de combates de un videojuego. Parece que si quiero tener alguna opción en esta feroz lucha he de ir a por su punto débil.

[divider]Apartado técnico y artístico[/divider]

Y digo punto débil por llamarlo de alguna forma. Entre la lustrosa armadura, la formidable constitución y su magnífica espada vislumbro un punto más endeble que los demás. El apartado técnico de Dark Souls III tiene fallos. De varios colores. Desde un fallo visual hasta bugs con enemigos que golpean tras las paredes y se quedan atascados en ellas. Todo un clásico de la saga.

Eso por no mencionar el evidente hecho de que, cuando llegas a tu base donde podrás subir de nivel o mejorar tu equipamiento a través de la hoguera, no podrás salir del emplazamiento porque toda la zona se encuentra cargando. Si hay una explosión o varios enemigos hacia ti de golpe dile adiós a los frames. Y entre tanto escenario alucinante verás a lo lejos 4 árboles hechos con el Paint. Y también te fijarás en el extraño efecto de las texturas al llegar a una zona nueva. De ser una masa informe de plastilina hasta adquirir una forma más honrosa… Y menudo honor.

Ahí se acaban las contemplaciones y los puntos débiles. De aquí en adelante es un deleite visual. La calidad del detalle de los escenarios alcanza un nivel esquizofrénico. Hablan por sí mismos. Te cuentan lo que está por suceder y lo que le ha pasado a las generaciones anteriores. Y todo esto acompañado con una gran variedad de estos escenarios, magníficos en todas sus vertientes y un apartado gráfico sensacional.

La banda sonora, no obstante, sí que puede dejar frío a más de uno. Por no variar, el nivel mínimo es la excelencia, pero venimos de escuchar los coros de Bloodborne y el Lord of Cinder de Dark Souls. Sin embargo, el estar enfrascado en un combate y llegar a la mitad de la vida de un boss que la música se vuelva más intensa y rápida en concordancia con el boss es impagable.

Humillado, decido retirarme. Dark Souls III me ha vencido. Me ha destrozado sin darme si quiera una sola oportunidad. Sus puntos débiles resultaron ser nada frente a sus potencialidades. Ni mi pasado ni mi futuro me han servido para hacer frente a tamaña exposición. Solo me queda mi único consuelo y mi única salida: mirar al futuro.

[divider]Conclusiones[/divider]

Hay veces en las que una obra es más que la suma de sus partes. Tal y como ha demostrado Dark Souls III.

Y mientras me dirijo al Abismo para arrojarme teniendo en mi mente mi futuro, comienzo a pensar en mi pasado, el que fuera mi presente. Comienzo a pensar en que todo me resulta obscenamente familiar. La hoguera es la misma. La disposición es la misma. El mensaje es el mismo. Todo es lo mismo. Pero a la vez no.

Es la suma llevada al extremo de todo lo que hace grande a esta saga. Eso es Dark Souls III. Una demostración de que para ser una obra de inconmensurable calidad no hay que evolucionar o cambiar a la fuerza. Simplemente con implementar todo lo bueno que has cosechado hasta ahora y mejorarlo basta y sobra. Como he dicho varias veces, no quiere ser una evolución. Quiere ser exactamente lo que es, una perfección.

Miro al Abismo dubitativo durante los instantes en los que esos recuerdos me azotan. Pero salto. A medida que caigo veo todo por lo que he pasado. Veo personas, veo combates, veo escenarios, veo recuerdos, veo mi vida. Veo una tenue luz que se va alejando hasta sucumbir en la eterna oscuridad del alma. Del alma oscura. De Dark Souls.

Un universo grandioso que he tenido el honor de presenciar y ante el que he perdido. Aún con sus fallos y sus recriminaciones, Dark Souls III es enorme y maravilloso. Una bajada de frames, un bug gráfico o un pequeño error con los escenarios no empañará la gran obra que ha creado Miyazaki, From Software y Bandai Namco ha adoptado. Y doy gracias. Gracias porque hay veces en las que una obra es más que la suma de sus partes. Tal y como ha demostrado Dark Souls III, que es la suma de lo que comenzó a forjarse con Demon’s Souls hasta el diamante de Bloodborne. Desde el comienzo de la apabullante historia hasta ahora. El asentamiento de la leyenda.

(Como buen Dark Souls, pasarás muchos apuros y te costará…

… pero sin duda valdrá la pena)

Al ritmo de mi pasado, mi presente y mi futuro. Quizá nunca estuve preparado para esta batalla. Quizá no lo estoy. Quizá nunca lo estaré. Para este análisis. Para un juego como Dark Souls III. Podría estar durante los milenios que me quedan de viaje en este universo hablando sobre él. Sobre su increíble combate, historia, diseño, apartado artístico, infinito contenido o lo invisible como el mensaje, lo que simboliza, lo que ha conseguido, lo que es. Pero simplemente tras tocar el Abismo y perder ante semejante obra ha llegado el momento. Ese momento en el que, ante el arte, el crítico calla.

Historia
10
Diseño
10
Gráficos
10
Sonido
10
Jugabilidad
10
Diversión
10
Nota de lectores23 Votos
6.8
PUNTOS CLAVE
La jugabilidad más pulida
Diseño abrumador
Apartado artístico sublime
Diversión infinita
ALTERNATIVAS
El resto de la franquicia Souls. Demon's Souls, Bloodborne y Dark Souls I y II
10
Con más Soul que nunca
Zebenzuy Duque

Estudio juntaletrismo crítico videojueguil. Lo que viene siendo Periodismo para ser crítico de videojuegos pero sin enterarse de nada. Estoy aquí porque me dejan soltar bilis y creerme importante a partes iguales.

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