DrazoStudio reformula el terror con el gameplay de Don’t Break Down

Un estudio español de solo 9 personas busca que con este gameplay de Don’t Break Down sientas nuevas formas de terror nunca vistas.

Desarrollado por DrazorStudio, este juego viene con una premisa fuerte y muy interesante: cambiar la forma con la que sentimos el terror en los Survival Horror. A través de este gameplay de Don’t Break Down podemos entender que la ambición no es el punto flaco de este estudio.

La idea del juego parte de lo siguiente: que el protagonista sienta el terror que padece el jugador. Para ello, el juego se vale de una nueva tecnología, llamada SDE (Sistema de Detención de Emociones), que permite capturar lo que sentimos en tiempo real a través de herramientas como cámaras web, micrófono o incluso la forma en la que escribimos con el teclado.

Es decir, que si nuestra cara muestra terror o respiramos con ansiedad, el juego lo detectará para trasladarlo al estado de ánimo del personaje. El mismo puede sufrir taquicardias, creer que escucha cosas, hiperventilar o perder el control por el pánico. Pero no solo eso, la atmósfera cambiará también en función de nuestras reacciones recogidas.

Se sucederán cambios en el entorno como que luces se apaguen de golpe o que ventanas se abran rompiéndose los cristales. Todos serán proactivos a nuestras reacciones capturadas por esta tecnología, algo que también se trasladará a los puzles. Los mismos variarán la dificultad en función del grado de estrés al que estemos sometidos.

Desde el estudio aseguran que siguen explorando y estudiando nuevas fobias para trasladar al videojuego. De esta manera, ningún jugador será impasible, renegando tirar de clichés del género como «jumpscares» por doquier.

Narrativamente hablando, Don’t Break Down cuenta con el apoyo de guionistas y creativos de cine, buscando crear un guion que atrape sin que sea un mero sustento secundario al título. Incluso están pensando llevarlo a la pequeña pantalla.

El juego se encuentra todavía en estado pre-alpha y tiene mucho trabajo por delante, lo que nos lleva a presumir que falta bastante para poder sentirlo en nuestras carnes.