Hyrule Warriors – Análisis Wii U

Cuando Zelda se convierte en un Musou, o un Warriors, y aparece un Hyrule Warriors por el mundo, pueden salir cosas espectaculares y muy buenas, como es el caso. Sin embargo, parece que Omega Force o Nintendo querían generar algo de polémica con el juego porque, pese a lo divertido y genial que es, tiene algunas sombras que son demasiado alargadas para un juego de este tipo. Vamos a ver qué ha pasado con este Hyrule Warriors, porque hay mucho que contar.

Para empezar, si estás buscando un juego clásico de Zelda, te has equivocado de puerta y tu princesa está en otro castillo. Esto, querido culpable, es un Musou de los pies a la cabeza, y esto significa un juego de acción donde tendremos que abrirnos paso a través de innumerables enemigos, clónicos en su mayoría, para conquistar una serie de bastiones, sacar al general de su guarida calentita, y combatir la mala leche que rezuma para conseguir nuestro objetivo. Pero esto no es todo ya que, por algo Link, y no un samurái, es el protagonista de nuestra historia.

Además de los elementos más típicos del musou, que ya he citado, este Hyrule Warriors nos trae muchas novedades jugables dentro de la franquicia gracias a los elementos de la saga de Nintendo. Lo normal en todo juego de estas características es que cada personaje tenga una cantidad ingente de combos a realizar combinando dos botones, el ataque normal y el ataque «combo», sin embargo aquí se reducen a cuatro tipo de ataques normales y, dependiendo de en qué momento pulses el segundo botón, 4 ó 5 ataques mágicos que pueden, o no, acabar con un último mandoble.

Pero esto, a diferencia de las ensaladas sin queso, tiene su razón y su porqué (nunca entenderé porqué la gente no come queso). Cada personaje principal será capaz de manejar más de un tipo de arma. Sin desvelar demasiado, por ejemplo, Link podrá manejar tanto la espada y el escudo como el cetro de fuego (luego tendrá aún más). Cada tipo de arma tendrá asociado un elemento contra el que es más fuerte y unos movimientos predeterminados. Por ejemplo con la espada tendrá movimientos más ágiles y con el cetro serán más bestias que una patada en los huevos.

Tengo una actualización solo para ti, guapetón.
En realidad al que le tengo ganas es a Link.

También podremos mejorar las armas a base de endosarle habilidades. Dependiendo del nivel del arma, estas tendrán una serie de «ranuras». Algunas estarán vacías y otras ya tendrán habilidades. Pues bien, haciendo gala de una originalidad sin precedentes, los chicos de Omega Force nos permiten trasladar las habilidades de un arma a otra, a cambio de destruir el arma base y unas cuantas rupias. Efectivamente, el sistema tiene menos profundidad que un charco en la playa, pero sí es cierto que cumple a la perfección los objetivos: conseguir más armas y mejorarlas conforme subimos de nivel.

Además de esto, también podremos mejorar a nuestros personajes. Luchando conseguiremos experiencia y, por lo tanto, niveles, pero también conseguiremos objetos y materiales que nos permitirán desbloquear pentágonos en los árboles de habilidad de cada uno. Hay tres tipos de mejoras, de ataque, de defensa y de apoyo, y todos son iguales. Lo único es que algunos te piden trapos y otros te piden tentáculos de fuego… casi nada. Lo gracioso es cuando para hacer un frasco para guardar pociones te piden «trapos sucios». No sé en qué pensaban a la hora de decidir esto pero yo, personalmente, no bebería de ese bote.

La otra forma de mejorar al personaje es a base de objetos secundarios, como el arco, el gancho, el boomerang, etcétera, que encontraremos en los cofres a lo largo de las fases del modo leyenda, escondidos en otros modos (ejem, Aventura), o aumentando nuestra salud a base de los tradicionales corazones o fragmentos de los mismos, lo cual hace que el elemento exploración gane enteros.

Todo este rollo macabeo que os he contado se convierte en una experiencia envidiable a la hora de jugar las fases y los combates, ya que la mezcla de la estrategia y la locura de los musou con el carisma y la diversidad de los Zelda es simplemente brillante. Los grandes enemigos y los capitanes de ejército no se pueden derrotar así como así, ya que habrá que golpear unos puntos débiles que variarán según el enemigo. Algunos serán más débiles al gancho (animales voladores, dragones, bichos porculeros, en general), otros al arco (fantasmas o gibles) y, además, cuando hagan algún tipo de ataque aparecerá un contador sobre su cabeza durante unos segundos. Si lo agotamos a base de leches, el enemigo recibirá un ataque especial y le haremos un daño bestial.

Harina de otro costal son los jefes finales, que guardan mucho la esencia de la saga Zelda ya que no se podrán derrotar de forma normal. Los golpes y combos al azar apenas les harán daño por lo que tendremos que estrujarnos el coco para determinar qué hay que hacer con cada uno y, sobre todo, en qué momento. Así que si te pensabas que esto era solo aporrear botones, estás más perdido que un político en un examen de sentido común.

Todo esto lo podremos disfrutar en varios modos de juego. El principal de ellos es el modo Leyenda, que viene a ser el modo historia de toda la vida. Aún me pregunto para qué narices lo cambian. En este modo tendremos que jugar los escenarios bajo unas condiciones de personajes preestablecidas, pero si queremos hacerlo con cualquiera, tenemos el modo Libre, que nos permitirá rejugar la fase con cualquier personaje que tengamos en nuestro haber. No te esperes una historia para llorar o de Oscar, pero la verdad es que entretiene bastante.

Como modos adicionales tenemos el Desafío, un verdadero quebradero de cabeza para la estrategia en sí, ya que la dificultad elevada de este modo hace que todo tengas que tenerlo sincronizado al milímetro, porque si no, no conseguirás los objetivos.

Por último, y como colofón, el modo Aventura, es el mejor añadido que puede tener el juego. En él podremos desbloquear personajes secundarios, armas y mejoras para nuestros personajes de una forma mucho más entretenida de lo habitual en un musou. Tendremos un mapa dividido en casillas que habrá que ir desbloqueando a base de completar los desafíos que nos proponen. Dependiendo del tipo de victoria que obtengamos nos regalarán una carta de objeto. Sï, una carta, son así de molones.

Estas cartas tienen una funcionalidad que va más allá de decir «hijoputa» cuando alguien te gana la partida. Algunas eliminarán árboles, otras cavarán, otras nos permitirán cruzar el agua o llegar a otras zonas lo que nos permitirá desbloquear aún más objetos y personajes. En definitiva, un modo muy entretenido que realmente sirve para el modo principal del juego.

Resumiendo, que tenemos un juego brutalmente divertido y más largo que un fin de semana en casa de los amigos vegetarianos de tu pareja y que hace que, aunque haya que repetir las fases una y otra vez, en ningún momento se haga repetitivo, gracias a la cantidad de personajes a utilizar, armas a descubrir y objetos a encontrar. Con todo esto, uno se esperaría que el juego fuese de 90 para arriba ¿no? Pero yo os troleo un poco y os digo que a partir de aquí el análisis hace catacroc y tira por tierra todo lo conseguido hasta el momento. ¿Por qué? Muy simple, por el modo multijugador.

La gran baza que tenía este juego para destacar sobre otros musou, aparte de la temática Zelda, era su modo cooperativo donde podríamos jugar dos personas, cada una en una pantalla distinta y completa. Esto es, desde luego, un grandísimo acierto ya que no tenemos pantalla partida y no hay distracciones. La información en pantalla es para ambos completa y no hay distracciones. Sin embargo este gran logro se consigue a base de sacrificar muchas cosas, entre ellas, el modo online, que no existe.

Para empezar los gráficos, que pasamos de HD a una resolución en pantalla de 480p, lo que es una verdadera burrada y brutalidad. Realmente parece que pasamos de jugar en una Wii U a una Wii a secas, con unos dientes de sierra que le gustaría tener a la montaña de Montserrat. Y lejos de llamar al amor retro que todos tenemos dentro, esto llama más bien al instinto asesino, porque por mucho que la consola no pueda mover dos pantallas a la vez no deberían de haber hecho esto.

El otro punto negativo del modo multijugador lo tiene en la bajada de frames. Dependiendo de si el escenario es grande y tiene muchos enemigos o no, las caídas en la tasa de frames llega a ser realmente espectacular, dando la sensación de estar presos de algún hechizo de magia negra de lentitud o similar. Esto sí que es mucho más grave que la bajada en la resolución y sus dientes de cocodrilo, porque afectan directamente a la jugabilidad.

En un juego de acción tan frenética como Hyrule Warriors no se puede tolerar que el hecho de usar dos pantallas independientes implique que la jugabilidad se vea afectada de esta manera. Retrasos en la reacción del personaje cuando pulsamos los botones, lentitud en las pantallas, parpadeos incluso… Vamos, un verdadero desastre.

Esto ocurre sobre todo en los escenarios del modo Leyenda o del modo Libre, que son los más grandes y los que más ejércitos tienen. En el resto no ocurre tanto ya que son más pequeños o con enemigos muy concretos.

Por último, otro de los grandes fallos que tiene el juego es el control. Uno de los dos jugadores podrá usar el gamepad y el otro deberá usar o bien el mando «pro» de Wii U o bien el WiiMotion Plus más el nunchuk. Si decides intentarlo con el segundo vas listo, colega, porque o eres un meneador de muñecas profesional (allá tú con lo que entiendes con ese término) o las vas a pasar canutas. La función del ataque normal se realiza con el movimiento del WiiMote, por lo que ya os podéis imaginar lo incontrolable que puede llegar a ser intentar conseguir un simple combo de esta manera.

La solución, por desgracia, es usar el GamePad Pro de la Wii U, ya que el mando tradicional de Wii no es compatible, y eso que tiene los mismos botones…

El modo multujugador está disponible desde la segunda batalla del modo leyenda y, a título personal, he encontrado otro fallo. Este modo principal te obliga a seleccionar a personajes concretos en los escenarios (y el modo aventura igual a veces), pero si juegas con otra persona, ésta se puede escoger al que le dé la gana, saltándose las restricciones. No me gusta demasiado porque le quita esencia al juego, pero como digo, ya esto es más personal que otra cosa.

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Manu Mora

Friki de GuiltyBit. Colaborador, padre y fan incondicional de Sonic, todo al mismo nivel. ¡Ah! Y maestro absoluto del látigo, aunque ya no lo use mucho.

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