No lo llaméis periodismo

El periodismo de videojuegos, desde luego, no es el mejor del mundo. Pero basta echar un vistazo al odio visceral con el que el generalista mira al medio para quedarse en el agujero.

Algo que me llamó la atención desde que entré en la Universidad fue la gran cantidad de formas distintas que caben para entender el “periodismo”. La más común es la de una profesión (aunque no se trate como tal en este país) enfocada al servicio público que tiene que informar, formar y entretener. Hay otras algo más amplias, dada la evolución que ha sufrido en los últimos años, que hablan de él como un modo de comunicación que se basa en emitir informaciones. También, cómo no, hay otras más volátiles y románticas como aquella que dice que los periodistas son gente que le cuenta a la gente lo que le pasa a la gente.

Aunque, en efecto, hay una gran cantidad de formas de pensar en el periodismo, hay una característica fundamental que lo define, al final: en su vertiente informativa debe buscar la verdad. Si no lo hace, será otra cosa. Podrá ser publicidad, propaganda o, directamente, mentiras, pero nunca será periodismo. Esta idea es tan básica y sencilla que muchos podríais pensar que soy un idiota con ínfulas y ganas de tocar las narices con perogrulladas. Pero creo que es necesario volver a esto, la raíz de todo, para derivar en el “periodismo” de videojuegos.

Periodismo, a pesar de todo

No nos engañemos a estas alturas: el ámbito está bastante mal en este país. Hay (honrosas) excepciones, pero no cuesta mucho encontrar, en la mayoría de medios digitales, informaciones que en realidad no son informativas, plagiadas, que surgen de ninguna parte, horriblemente escritas, que se repiten cada X semanas o plagadas de clickbait pretencioso. Pero hay un factor que, por suerte, sí que se mantiene la mayor parte de las veces: el respeto a la verdad. En el peor de los casos (que también los hay) tampoco se cumple esta parte. No perdáis el tiempo con esa basura, dicho sea de paso.

(Aquí «una» forma de entender el periodismo, de DayoScript).

Me gusta creer que este respeto a la verdad nace porque de verdad nos gustan los videojuegos, aunque hagamos el periodismo de mejor o peor manera. Queremos, volviendo a lo romántico, contarle a la gente lo que pasa con el medio porque sabemos que esa persona detrás de la pantalla también se sienta a disfrutar con un mando al igual que hemos hecho nosotros desde la infancia. Ayuda a fomentar el sentimiento de comunidad y a revalorizar, en definitiva, todo el chiringuito que nos hemos montado.

¿Videoludofobia?

Y por eso se me revuelven las tripas cuando alguien escribe de los videojuegos para ofender y, en realidad, no quiere ni le interesa lo más mínimo el medio. Son los problemas derivados de que la industria haya crecido de manera exponencial en los últimos lustros, al igual que la comunidad y, consecuentemente, el potencial interés que puede despertar. El dinero es dinero, que dice algún sabio de Internet por ahí. Twinsen ya reflexionó (medianamente) sobre esto en un artículo publicado en Nivel Oculto hace un par de años.

Sin embargo, este desprecio infundado, tan ridículo como la xenofobia, viene de atrás. Era muy pequeño aún, pero recuerdo perfectamente cómo se cubrió el caso de José Rabadán, “el asesino de la katana” que se parecía físicamente a Squall y que blandía “un arma parecida” al sable pistola. Un chico ultracatólico, con problemas para controlar sus impulsos, que jugueteaba con la droga y que, por algún motivo, tenía una katana perfectamente afilada al alcance de los dedos. Por supuesto, la culpa no era de la influencia negativa que puede tener en una mente vulnerable (por innumerables razones) todos estos estímulos, sino de Final Fantasy VIII. ¡Es que el emo de la cicatriz va provocando!

Por desgracia, cada pocas semanas tenemos que comernos de nuevo toda esa bazofia. No hablo ya de la maravillosa mente del gran presidente de nuestros Estados Unidos de América. Su técnica de echar la culpa a los videojuegos de la violencia nacional, a modo de cortina de humo para desviar el foco del debate sobre lo enfermo que está un país en el que un chaval de 9 años tiene una pistola en la mesita de noche, ha funcionado a las mil maravillas. Porque qué inocentes somos aún.

Los hikikomoris que no amaban a los videojuegos

Y escribo, esta vez, por el último resquicio de vergüenza ajena y de porquería que he tenido que ver. Por suerte fui hábil y huí tras los primeros cinco segundos, no vaya a ser que me intoxique. La televisión pública de España (esa tan maravillosa que no manipula porque no es catalana, que se financia con el dinero de los ciudadanos y que es poco menos que la herramienta propagandística del Gobierno de turno) publicó el pasado viernes una joya de veneno que empezaba tal que así: “En nuestro país cada vez hay más ‘Hikikomoris’, jóvenes enganchados a los videojuegos”.

No quiero hablar del (incorrecto a todas luces) uso de la palabra “hikikomori”, que tiene un significado más profundo y social del que se pueda pensar la primera “videoludófoba” de turno. Pero para qué vamos a investigar, si los que están con la maquinita no sabrán ni lo que es un titular. Rafa del Río ya explicó todo esto en un excelente artículo publicado en Voltio horas después de la publicación de aquel despropósito.

League of Legends con mando en el pasado

Merece la pena, eso sí, pararse a analizar someramente el ofensivo desastre que han tenido la poca diligencia de publicar y que, por respeto a mí mismo, no tengo la intención de referenciar. Solo los primeros cinco segundos, que no os quiero hacer sufrir más de la cuenta.

Se abre una puerta con un chaval encapuchado sentado en medio de una habitación oscura (porque todos sabemos que los jugadores son seres marginales que están a punto de matar a alguien o de suicidarse) y en la pantalla hay una partida de League of Legends. Lo que no te han contado es que para esa aberración han conseguido viajar en el tiempo: la partida que aparece en el televisor es una retransmisión de una temporada de hace años. No quiero hablar ya del hecho de que esté “jugando” a, precisamente, League of Legends con mando porque es lo único de ese fraude que puede llegar a ser cierto.

Manipulación, mentiras y odio

El tono, derrotista, pesimista y alarmista porque qué malo que son los videojuegos, es un problema. El objetivo, tratar de aprovecharse de las polémicas de turno para arañar visitas sacando contenido que no te has molestado ni en pensar, también. Cuenta con el agravante de que, además, trata de disimularse haciéndose pasar por una suerte de crítica social. Pero lo peor de todo es la intención. Esconde odio, manipulación e ignorancia. Y, por supuesto, se pasan la verdad, aquel principio inmutable, por el arco del triunfo.

Rothgan, Taoscuro en Twitter, fue el pobre cabeza de turco que utilizaron para justificar y adulterar su discurso de pacotilla. Y, aunque la cadena ha tratado de justificarse (echándole encima la culpa a la comunidad), el chaval ha explicado en un hilo de Twitter su experiencia y cómo han manipulado sus declaraciones para que se adecuara al objetivo disruptor de la pieza. ¡Pero seguro que no tiene razón, qué malos que son estos gamers!

Limitaciones vs. malas intenciones

Es cierto, he de reconocer, que en la facultad también me explicaron que el periodismo existe una manipulación que se da, tristemente, por la limitación de espacio y tiempo. Este tipo de manipulación se produce, de nuevo por desgracia, siempre; es imposible abarcar un tema profundo en un minuto y medio. Es, por supuesto, una limitación comprensible. Pero también hay otra que existe para distorsionar la realidad, para desinformar, para dar tu opinión haciéndola pasar como el único punto de vista. Aquella que, en definitiva, tiene mala intención, trata al espectador como un crédulo imbécil y, por supuesto, falta a la verdad. Aquella que es más propia de propaganda y publicidad de segunda que de periodismo.

Pero un compañero de la persona que trabajó en la pieza, intentando defenderla, ha dicho en Twitter que esa manipulación no existe. Que hay 8000 personas a las que habría que explicar de qué se trata informar y en qué consiste el periodismo. ¡Qué malos que son los gamers, que quieren hacernos daño con katanas mientras están encapuchados!

No es periodismo

Y es ahora cuando vuelvo al principio. Decía que, desde luego, la situación del periodismo de videojuegos no es especialmente buena en España. Pero, al menos en la mayoría de las ocasiones, se respeta a la verdad. Es un periodismo infantil, banal muchas veces y muy poco depurado. Malo, en suma. Pero es periodismo. Solo tenemos que irnos al tratamiento de la mayor parte de la prensa generalista para ver cómo el reducto de odio sale a la luz usando técnicas mucho más deplorables que las del mundo “especializado”.

A todo esto, a lo que juega con la verdad, usa la manipulación y viene cargado de odio y desconocimiento, llamadlo como queráis. Llamadlo basura, propaganda, mal chiste, mentira, manipulación o, incluso, problema. Pero no caigáis en las provocaciones del otro compañero que trata de dejarnos como imbéciles. Por favor, no lo llaméis periodismo.

Zebenzuy Duque

Estudio juntaletrismo crítico videojueguil. Lo que viene siendo Periodismo para ser crítico de videojuegos pero sin enterarse de nada. Estoy aquí porque me dejan soltar bilis y creerme importante a partes iguales.

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