Análisis de Romancing Saga 2 para Nintendo Switch

Si no sabes de qué va, este análisis de Romancing Saga 2 para Nintendo Switch intenta explicarte un poco cómo de raro es este juego. Pero ahí precisamente está su punto más fuerte.

He tardado bastante en hacer este análisis de Romancing Saga 2. Y es que intentar traer una crítica de un juego de estas características a día de hoy es más complicado de lo que parece. Así que, antes de empezar, os digo al acuerdo al que he llegado con mi cabeza para que esto salga interesante.

No voy a hacer un análisis al uso porque sería absurdo. Intentar analizar algo de hace tanto tiempo a día de hoy de forma objetiva es imposible. Nos encontraríamos con un montón de faltas, fallos y desaguisados que ya damos por supuesto que se deben de arreglar.

Sin embargo, sí que quería comentaros qué es lo que os vais a encontrar con este juego que no ha visto la luz en Occidente hasta ahora. Y es que Romancing Saga en general es una franquicia muy especial. Y esta entrega no se salva. Así que, antes de que os quejéis o lo alabéis, vamos a ver qué narices es este juego.

El juego de mi casa es particular

Romancing Saga 2 es un juego de rol. Hasta ahí todo bien. Pero si pensáis que va a ser como otros tantos juegos de Square Enix que repetían más o menos el mismo esquema una y otra vez, estáis muy equivocados.

En esta ocasión nos vamos a encontrar con un juego muy abierto que nos deja completamente abandonados frente a la historia y lo que sucede en el mundo. No hay un hilo argumental fuerte como en Final Fantasy VI, Chrono Trigger u otros representantes del género. De hecho, más de una vez te encontrarás con que estás más perdido que Rajoy en un mitín de Pablo Iglesias. Pero no es lo único en lo que estaréis desorientados.

Este juego ofrece unas posibilidades de personalización muy bestias. Tanto en formación como en diseño de equipo y de personajes. Lo que pasa es que poco explican sobre ello. Y desde luego, o entiendes el sistema de crecimiento o vas a ir muy pero que muy a ciegas.

Pero es precisamente este elemento de libertad el que hace que te enganches tanto al juego. Una vez lo entiendes, quieres personalizar, mejorar y llevar a tu equipo a cotas más altas. Y por supuesto, barrete a esos enemigos que tanto te joden.

Todo lo contrario que tenemos hoy día donde el camino está muy marcado y las opciones de personalización, al final, no son tantas.

Guarda… por lo que más quieras, guarda

Si hay una regla de oro que tienes que tener en Romancing Saga 2 es que cada vez que acabe un combate debes de guardar. ¿Por qué? Simple, porque en el siguiente puedes morir y perder todo lo que has logrado.

Y es que aquí todo sube por probabilidades. Conforme luchas, subes las habilidades con las armas o hechizos que has usado. Esto te dará unos puntos y un nivel de manejo. Y cuanto más alto sea, más probabilidad tendrás de aprender una nueva técnica. Pero nada te garantiza que lo hagas…

Lo mismo pasa con las estadísticas de tu personaje. Cuando más luches, más probabilidades tendrás de subir tu HP, o alguno de tus estatus. Así que, por lo que más quieras, cuando lo logres, guarda.

Bueno, y hay un punto muy jodido en el juego que mejor no os comento porque cuando llegas a él, descubres lo que es de verdad Romancing Saga 2. Y no soy tan cafre como para spoilearos. Solo os digo, por enésima vez, que guardéis.

Un continuo reto

Otra cosa que caracteriza a este juego es que va por generaciones. Nunca manejarás siempre al mismo personaje. Y es más, puede que, por cosas de tu manejo o tu suerte, acabes teniendo que elegir una nueva estirpe de reyes. Quién sabe.

Pero esto hace que el juego sea bastante especial en este sentido. Cada generación es como empezar de cero. Hay que volver a hacer el equipo aunque, si has hecho los deberes, podrás enseñarles las técnicas que ya aprendiste con los anteriores. Así no perderás tanto el tiempo.

Pero esto es algo que descubres a base de suerte, de hablar con la peña y de gastar mucha, pero que mucha pasta en investigación para tu reino.

Lo gracioso de todo es que cuando crees que vas bien equipado, resulta que los enemigos a los que te enfrentas… ¡también suben de nivel! Y lo hacen no según el nivel que tú tengas, sino por el número de batallas que hayas hecho. Y sí, se incluyen las batallas en las que huyes. Así que se puede dar la paradójica situación en la que si huyes o escapas mucho de combates… te sea imposible vencer al resto.

No sé si esto es un reto o una putada. Pero desde luego hace que cada combate del juego sea importante. Cada uno determina tu progreso y tu habilidad. Y en ellos arriesgarás para conseguir esa habilidad que quieres aprender, o ese punto de HP que necesitas.

Un juego de otra época

Este análisis no tiene nota. Y no lo tiene por un simple motivo: no es un juego que podamos analizar hoy día. Seguramente muchos de los jugadores más actuales se encuentren con un juego al que no le ven la gracia. Pero también habrá otros que, cuando lo pillen, descubran una saga que estaba escondida y que merece la pena probar.

Es un sistema de juego diferente, con un tipo de retos muy distintos a los que estamos acostumbrados. Y a unas putadas que no son normales hoy día. Parece que a los programadores de antes sí que le gustaba hacérnoslas pasar canutas.

La dificultad es algo inherente al título. Querrás tirarlo por la ventana o pegarle a tus enemigos para superar ese reto. Pero siempre habrá un combate más chungo cuando des dos pasos. También te volverás loco para formar equipo… y verás que las reglas son distintas. Pero esa es la magia de Romancing Saga 2.

Por supuesto, estamos ante un juego con gráficos pobres para el momento actual, aunque su banda sonora es muy interesante. Pero no es el único «fallo». La historia se cuenta a trompicones, no hay una conexión clara entre los elementos del juego.

Son «problemas» que eran los típicos de la época. Un momento en el que había unas limitaciones y que las cosas se regían por otros cánones. Por eso, no voy a ponerle nota a Romancing Saga 2. Ya os he dicho todo lo que necesitáis saber de él.

Si sois de la vieja escuela, este juego es todo un reto que merece ser probado. Si no, puede que sea demasiado para vosotros, queridos milenials.

 

Manu Mora

Friki de GuiltyBit. Colaborador, padre y fan incondicional de Sonic, todo al mismo nivel. ¡Ah! Y maestro absoluto del látigo, aunque ya no lo use mucho.

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